Logo de Excélsior                                                        

Trump y sus payasos

Gustavo Mohar

Gustavo Mohar

Las encuestas en las que se basan los candidatos para afinar sus estrategias, sus mensajes y su presencia mediática han demostrado en más de una ocasión su falta de apego a la realidad. Tanto los analistas como los estudiosos de la política y los “expertos” en realidad sólo especulan, pues subsiste el secreto guardado por cada votante hasta el momento en que se encuentra solo en la urna y ejerce su voto.

Por ello, lo que sucede en la campaña presidencial en Estados Unidos resulta cada día más desconcertante. Cuando el inefable Trump se presentó como aspirante del Partido Republicano, la mayoría de las opiniones lo calificaron como un chiste, un acto publicitario más, un reality show o una más de sus ocurrencias. Sus primeros discursos parecían confirmar que su estridencia vociferante lo acabaría en unas semanas. El hacer ostentación de su xenofobia, su machismo, su incultura, su visión miope y desinformada del mundo en que vivimos y, peor aún, sus mentiras, parecía que serían defectos que  sus contrincantes podrían usar para desacreditarlo como un posible presidente de Estados Unidos. Nada de eso ha sucedido.

En estas últimas semanas se sumaron a su campaña dos personajes que se identifican a la perfección con él: el sheriff Joe Arpaio y la señora Sarah Palin. Los dos representan el extremismo de derecha, inculto por excelencia.

El primero es hijo de migrantes italianos, policía en Las Vegas y Nueva York, durante 25 años agente de la DEA y desde 1992 alguacil en el condado de Maricopa, Arizona. Él ha ganado notoriedad por sus prácticas abusivas y degradantes contra los migrantes indocumentados que tienen el infortunio de caer en su jurisdicción. Un ejemplo de éstas es obligarlos a usar uniformes de rayas color rosa y blanco mientras están bajo su custodia, exhibirlos así ante los medios de comunicación y declarar sin pena que “necesito un lugar donde guardar a mis perros. Los prisioneros (migrantes) arruinan mis cárceles, por eso los tengo en tiendas de campaña o al aire libre, también trato bien a los gatos y caballos. Los detenidos cuidan de los animales, es una forma de terapia”.

Arpaio fue demandado por el Departamento de Justicia de su país por discriminación contra la comunidad hispana. Un juez federal lo condenó y le fijó lineamientos para acabar con sus prácticas, sin embargo, se ha resistido a acatarlos, para lo cual ha destinado más de ocho millones de dólares del presupuesto público en argucias legales. 

Sarah Palin es un icono de la extrema derecha de la política estadunidense: ignorante, xenófoba y oportunista. Alcanzó fama al ser pareja con el senador John McCain en la campaña presidencial contra el presidente Obama. Se caracteriza por sus gritos estridentes, por acusar a los migrantes de todos los males de su país; sus seguidores son cientos de miles de americanos enojados, resentidos contra el sistema y con una visión localista de la vida.

Ambos se suman a Trump para alentar los peores sentimientos: la búsqueda de culpables de sus problemas en la población extranjera, el odio racial, religioso y de clase social; el miedo ante supuestas amenazas de enemigos nacionales o extranjeros que “conspiran” contra su seguridad y predominio global.

A unos días de que empiece de manera formal el proceso electoral para seleccionar el candidato del Partido Republicano, el hecho de que este tipo de figuras públicas se adhiera a Trump, sin afectar su liderazgo en los resultados de las encuestas, hace pensar que hay algo que no entendemos de lo que sucede en la mente y las emociones de los votantes en ese país. Su pleito contra la poderosa cadena de televisión Fox News, vocera del conservadurismo americano, tampoco parece lesionar su popularidad.

De no suceder algo inesperado que cambie el escenario actual de la política norteamericana, tendremos que empezar a imaginar lo que será la campaña de Trump y sus secuaces frente a el o la candidata(o) demócrata. ¿Mantendrá su retórica inflamada y agresiva? ¿El electorado que eligió al primer afroamericano en su historia, además de corte progresista, votará por un extremista de derecha? ¿Atacará más a México y los mexicanos? ¿Quiénes integrarían el gobierno de Trump, los Arpaio y las Palin? A este panorama desconcertante hay que sumar lo que pasa en la oposición, en la que la aparente invencible Hillary Clinton enfrenta un reto sorpresivo de un autodeclarado socialista, evento inesperado que, también, merece una reflexión…

Twitter: @Gustavo Mohar

 

Comparte en Redes Sociales

Más de Gustavo Mohar