Logo de Excélsior                                                        

2016: el año de las migraciones

Gustavo Mohar

Gustavo Mohar

Fundado en 2001 por el doctor Demetrios Papademetriou, tal vez el mayor experto internacional en el tema, ha publicado más de 270 libros, artículos e investigaciones, fue consejero de muchos gobiernos en política migratoria, asilo, refugio y en los últimos años en mecanismos de integración para la llegada de migrantes y para los que regresan a sus países de origen. En la sesión del Consejo de diciembre del año pasado discutimos las perspectivas para 2016, en particular la crisis de refugiados que se vive en Europa y la campaña electoral en Estados Unidos. La crisis humanitaria que sufre Siria y el terror impuesto por el autodenominado Estado Islámico en Irak, Yemen y Afganistán han expulsado a millones de personas. El éxodo de los sirios en el Mediterráneo ha generado dramáticas muertes de hombres, mujeres y niños. Sólo a Turquía han entrado cerca de dos millones de sirios, lo que implica un proceso muy complejo al recibirlos e intentar enviarlos a los países que integran la Unión Europea mediante una difícil distribución de cuotas.

En opinión de los expertos, este asunto ha puesto en vilo la subsistencia de la Unión Europea. La canciller alemana, Angela Merkel está siendo cuestionada por su apertura a recibir a cientos de miles de refugiados. En Francia, la extrema derecha ganó popularidad con un discurso antiinmigrante y xenófobo. En Polonia, Holanda y hasta en Noruega ha surgido una demanda popular por “cerrar la puerta” a estas personas. Las negociaciones han sido muy ríspidas al grado de que han tenido que suspenderlas por varios días para que los delegados consulten con el más alto nivel de sus gobiernos.

Se discuten el costo, el impacto en los mercados de trabajo, la capacidad para proporcionarles educación, salud y vivienda; se suma el miedo a que dentro de este grupo de personas se hayan infiltrado terroristas que han cometido  atrocidades en contra de civiles inocentes. Las agresiones sexuales que tuvieron lugar en Colonia, Alemania, durante el fin de año, son una evidencia de la complejidad de este fenómeno, pero sólo son la “punta del iceberg”.

Hoy no es claro cuál será la solución que los europeos encuentren al problema de los refugiados de Siria ni mucho menos a la amenaza del Estado Islámico. Por lo pronto, no parece que disminuya el flujo de personas escapando de la violencia y el miedo. ¿Habrá manera de disuadirlos de emigrar, ante las dificultades que están enfrentando para ser recibidos o evitar que los devuelvan las autoridades migratorias de Europa? ¿Esta crisis humanitaria coadyuvará a encontrar una solución al conflicto sirio para iniciar un proceso de reconciliación y paz? ¿Se consolidará en los próximos doce meses el sentimiento antiinmigrante a grado tal que se reemplacen gobiernos? ¿Entrará la Unión Europea en una crisis de supervivencia o al menos de retrocesos en su afán de alcanzar una unión política? Por primera vez en Estados Unidos el tema de la política migratoria formará parte de la campaña presidencial. Es irónico que, en un momento en que la balanza migratoria de indocumentados entre México y nuestro vecino del norte es negativa, la retórica de la política antiinmigrante gane terreno. Es decepcionante saber que el gobierno del presidente Obama haya iniciado redadas para deportar indocumentados, en especial centroamericanos, cuando a la vez lamenta la falta de apoyo de los republicanos a las medidas que tomó para dar un respiro a esa población.

Sabemos cuál es la posición de los precandidatos republicanos. Hay señales de que Donald Trump puede sorprender a la opinión pública mundial y convertirse en el candidato del partido de Abraham Lincoln. De no ser así, ninguna de las alternativas ofrece una visión razonable, justa y humana. Ted Cruz y Marco Rubio, no obstante su origen hispano, no ofrecen mejores perspectivas. Ambos han mantenido un discurso antiinmigrante y han reiterado la postura de Trump de “cerrar la frontera con México” y perseguir a la población indocumentada. Por su lado, Hillary Clinton, quien será la candidata demócrata, salvo que ocurra algo inesperado, parece tener una posición más realista, pues tiene claro que el voto hispano puede ser decisivo para su triunfo. Sin embargo, no se puede dar por hecho de que si es  electa invierta capital político en la imperiosa necesidad de una reforma migratoria integral. Para México, esta situación plantea preguntas relevantes: ¿qué hacer en los próximos doce meses ante una ofensiva mediática con una retórica antiinmigrante enfocada a la frontera mexicana? ¿Qué medidas efectivas se deben adoptar para coadyuvar a la reinserción de las centenas de miles de familias mexicanas que están siendo o serán deportadas en los próximos meses? ¿Qué hacer con los flujos de centroamericanos, en especial de menores de edad no acompañados que enfrentan cada día más riesgos en nuestro territorio en su viaje para cruzar la frontera con Estados Unidos?

El gobierno del presidente Peña Nieto tiene un gran reto, pero a la vez una gran oportunidad para desarrollar una estrategia inteligente y eficaz de protección y apoyo a la población mexicana en Estados Unidos, una presencia mediática que destaque las grandes contribuciones de nuestros paisanos en las mentes de nuestros vecinos. Con los países de Centroamérica, aún es tiempo de impulsar una amplia política de cooperación integral y  evaluar si dentro del flujo de migrantes de esa región, en especial los menores de edad, hay quienes califican para darles refugio y recuperar, así, la tradición hospitalaria y humanista de México.

Comparte en Redes Sociales

Más de Gustavo Mohar