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Annus horribilis, annus mirabilis…

Gustavo Mohar

Gustavo Mohar

La primera la han utilizado monarcas y  líderes mundiales para denotar su sentir ante un año lleno de desgracias personales, sociales o políticas. La segunda significa lo contrario. Se usa cuando en un año sucedieron eventos exitosos, de largo alcance, como el final de conflictos bélicos, grandes descubrimientos en salud o inventos de tecnología que abren nuevos horizontes al desarrollo de la humanidad.

Como muchos otros colegas articulistas, no soy original y aprovecho estas fechas para compartir con mis lectores lo que vivimos en 2015 y lo que, posiblemente, nos toque enfrentar en 2016. ¿Annus horribilis o mirabilis?

En el plano internacional, los pasados doce meses se caracterizaron por una sucesión de eventos predecibles pero sorpresivos (ver reporte del New York Times, The Year in Pictures de 2015).

La aparición brutal del terrorismo radical de origen islámico representado por el autodenominado Estado Islámico (EI) planteó una modalidad de violencia asesina basada en dogmas fanáticos y prácticas de terror social: usar a sus seguidores como suicidas para matar a ciudadanos inermes e inocentes de su misma nacionalidad. Basta una persona decidida a morir por sus preceptos fundamentalistas para crear una situación de miedo, incertidumbre y desolación, que me temo no desaparecerá en un buen tiempo.

La llegada masiva de cientos de miles de personas a las costas europeas huyendo de la violencia en Siria, Irak, Yemen y de otros países asiáticos representa el agotamiento de la frágil estabilidad en esa región del mundo. Es una crisis humanitaria sólo comparable al desplazamiento de personas creado por el nazismo. Más allá del drama personal que cada uno sufre, el reto que representa su llegada puso a prueba el futuro de la Unión Europea.

En Estados Unidos se hace patente que la discriminación racial sigue viva con las muertes de jóvenes afroamericanos perpetradas por policías blancos. También reapareció el miedo al terrorismo con la masacre de San Bernardino, California. Trump recoge ese sentir en el segmento de la población estadunidense que se siente amenazado en su empleo, en su seguridad por “los otros”, en especial por los migrantes indocumentados (mexicanos) y los musulmanes (ver la revista semanal del periódico El País del domingo 20 de diciembre).

Obama alcanza éxitos inesperados al lograr un acuerdo nuclear con Irán y restablecer relaciones diplomáticas con Cuba. El desempleo disminuye de manera sistemática y en la conferencia sobre el clima de París que se llevó a cabo en 2015 se suma a un acuerdo mundial esperanzador sobre el cambio climático.

Centro y Sudamérica se sacuden: Guatemala encarcela a su Presidente y elige para sucederlo a un cómico de la televisión; en Venezuela la oposición logra ganar la mayoría de su Congreso para iniciar el tortuoso camino a la democracia; Brasil, mientras tanto, enfrenta una severa crisis por corrupción y en Argentina un liberal releva al partido en el poder por más de 10 años; Chile, por su parte, enfrenta también un problema de inestabilidad por corrupción y Colombia se acerca a la anhelada paz.

El papa Francisco proyecta una imagen distinta de la Iglesia católica. A su candor y simpatías personales se suma un mensaje fresco, renovador, que despierta esperanza.

En México 2015 no queda exento de eventos inéditos, algunos positivos y otros no tanto. La implementación de la Reforma Energética, aun con la estrepitosa caída del precio del petróleo, se hace con mejores resultados de los esperados y se ejecuta de forma impecable. La economía nacional se mantiene estable a pesar del entorno internacional y crece, menos de lo deseable, pero crece. Se aprueban leyes necesarias de anticorrupción, transparencia y discriminación.

Sin embargo, hubo nubarrones en el horizonte: la fuga de El Chapo Guzmán, la persistencia de la violencia por parte del crimen organizado y desorganizado, la incertidumbre sobre el caso Ayotzinapa, la extorsión que sufren los pequeños y medianos empresarios, el robo de hidrocarburos en las instalaciones de Pemex, la desidia de gobernadores ante la entrada en vigor de la reforma penal y casos espectaculares de corrupción desmedida.

El gobierno y los partidos políticos pierden credibilidad y surge por primera vez la opción de candidatos independientes. El PRI, PAN y PRD pierden 15 millones de votos; AMLO se resiste a desvanecerse del escenario.

El año 2016 inicia así con una compleja, cambiante e incierta agenda en el orden mundial y en el nacional. Apunto algunos de los aspectos más relevantes: la elección presidencial en Estados Unidos, los impactos de los refugiados en la Unión Europea, actos terroristas de gran impacto, el precio del petróleo y sus consecuencias en la economía mundial y la reacción del gobierno venezolano frente a la oposición civil.

En México: la visita del papa Francisco, las elecciones y los candidatos independientes, el debate sobre la legalización de la mariguana, la violencia criminal, los efectos del recorte presupuestal y la implementación de la Reforma Energética.

Más interesante será la creciente presencia de la sociedad civil que expresa cada vez más su enojo, frustración y decepción; lo hace de manera poco articulada, inconsistente y desorganizada, pero es innegable que hemos llegado al punto en el que todos o casi todos queremos participar en mejorar nuestro país.

Hay quien piensa que en México “no pasa nada”, habrá que ver... por lo pronto, le deseo que 2016 sea un annus mirabilis.

 

Twitter:  @Gustavo Mohar

 

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