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Los derechos humanos y los héroes anónimos

Gustavo Mohar

Gustavo Mohar

Es un hecho que expone y desnuda lo mucho que nos falta para alcanzar un verdadero Estado de derecho que permita hacer justicia, castigar a los delincuentes y, sobre todo, dar confianza a la gente común de que el gobierno responde a sus reclamos.

Mucho se ha escrito sobre lo que realmente pasó esa trágica noche. Hay confusión sobre las razones de tanta violencia salvaje, sobre el fatal destino de los jóvenes estudiantes, de la forma en que perecieron, de la complicidad de fuerzas federales, estatales y municipales; es de esos crímenes que marcan un hito por su dimensión tan excepcional. Eso se refleja en la investigación llevada a cabo por la Procuraduría General de la República, cuyo reporte es de una extensión impresionante: 85 tomos, con 13 anexos que incluyen 487 dictámenes periciales nacionales e internacionales. Según declaró la titular de esa dependencia, el trabajo ocupó 32 mil horas.

Ayotzinapa provocó el interés y preocupación de la opinión pública mundial. La presencia en México de expertos internacionales de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos y del alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, el señor Zeid Ra’ad Al Hussein. Sus reportes y visitas nos darán la oportunidad de presenciar en los próximos meses un debate técnico, especializado, con implicaciones políticas de largo alcance.

En suma, el tema de los derechos humanos, que hoy ocupa un lugar central en el primer artículo de nuestra Constitución Política, dejó de ser la expresión de un buen principio para insertarse en la vida nacional, aún más, en la vida concreta de los padres y parientes de las víctimas, en la credibilidad de nuestras autoridades, en las sentencias que pondrán tras las rejas a los ahora presuntos responsables. Tenemos ahora más posibilidades para impulsar con casos concretos la defensa del derecho a la vida, a la dignidad, al apego a la ley, a la justicia cotidiana como forma de vida.

En esta columna he escrito sobre las migraciones internacionales que tienen lugar en México y en el mundo, sobre los migrantes indocumentados, los mexicanos y los de otros países. Es hoy uno de los asuntos más críticos de la agenda global. La crisis de refugiados y migrantes en Europa es una muestra más de ello. Sin embargo, no basta describir o denunciar los abusos que sufren estas personas. Cada día, miles de personas en México trabajan de manera silenciosa en defender sus derechos humanos y proveerlos de un mínimo de atención, de descanso y de solidaridad. 

Tal es el caso del Albergue Decanal Guadalupano, ubicado en Tierra Blanca, Veracruz. En esa región han sucedido durante años los abusos más feroces de criminales contra migrantes centroamericanos en tránsito por nuestro territorio. Impedidos de subir más al tren que los transportaba debido a una decisión gubernamental, estas personas toman ahora camino en carreteras, camiones e incluso van a pie hacia el norte, igual de expuestos a los criminales que los atacan y explotan. En este albergue se les da cobijo y resguardo gratuito por tres religiosas, algunos pocos voluntarios laicos, una cocinera y tenían los servicios de un abogado que tuvo que retirarse por necesidad, ya que no cobraba.

En una reciente conversación me compartieron lo siguiente: “A partir de que ya no pueden viajar en el tren, llegan menos pero más expuestos, pues hay más delincuentes que los esperan para secuestrarlos o enrolarlos en las mafias del crimen organizado; ya no tenemos abogado para los derechos humanos. Los migrantes necesitan quedarse un poco más con nosotros, pues tienen que estudiar las rutas y evitar los peligros. En muchas, muchas ocasiones, están amenazados por la violencia de las maras en su país. Se requiere despertar la conciencia de los que se asustan y compadecen (con mucha razón) por lo que pasa en Siria y África y no ven lo que en nuestra región mesoamericana está pasando con las poblaciones de Honduras, Guatemala y El Salvador”.

Esta breve cita habla por sí misma. La tarea que hacen estas personas, héroes anónimos, se mantiene de donativos que pueden ser ¡desde 100 pesos al mes! Nos corresponde a todos apoyarlas. Escriba al correo mvelazwquezpallares@gmail.com en el que le dirán cómo hacerlo. Es una forma de sumarnos a la lucha por los derechos humanos en favor de la gente humilde que sólo busca una oportunidad mejor en su vida.

Ayotzinapa es símbolo de las carencias que enfrenta México, este albergue es un botón de muestra en el que todos podemos colaborar, cada uno conforme a nuestras posibilidades, para que otras víctimas tengan un momento de esperanza.

Twitter: @GustavoMohar

 

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