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Fuga e identidad

Gustavo Mohar

Gustavo Mohar

La huida adereza mitos sobre un narcotraficante generoso con su comunidad, líder de uno de los cárteles más violentos y poderosos del mundo, multimillonario, prófugo hace 14 años de una cárcel de alta seguridad mediante un operativo hollywoodesco, desaparecido durante todos estos años, inalcanzable por la justicia y autor directo e indirecto de miles de muertes, que es detenido sin violencia, encarcelado y, ahora, de nuevo prófugo mediante un plan ejecutado con perfección milimétrica.

El evento es de tal impacto y trascendencia que es difícil darle su adecuada dimensión. Expertos y analistas consideran que es un fracaso de la justicia y de la seguridad en México, una falla del gobierno que requiere un relevo de los funcionarios de más alto nivel en este campo, que obliga a revisar no sólo la situación carcelaria en México, sino el origen, según algunos, de todos los males: “la guerra contra el narcotráfico” impulsada por Estados Unidos.

Aprovecho para comentar una de las múltiples lecciones en las que debemos reflexionar por este lamentable suceso: la necesidad de contar con un documento que garantice la identidad de su portador, tema que abordé en mi columna titulada Identidad del 7 de diciembre de 2014.

Durante su estadía en Almoloya, una mujer de identidad desconocida, tuvo uno o varios encuentros con Guzmán Loera. Esta persona se identificó con una credencial expedida por el Instituto Federal Electoral y un acta de nacimiento que resultaron falsas. Las autoridades detectaron la irregularidad al cruzar los documentos con diversas bases de datos. Se ha publicado que la mujer es la diputada local del PAN por el distrito 16 del municipio de Cosalá, Sinaloa, Lucero Guadalupe Sánchez López, quien lo ha negado de manera contundente. Surgen algunas preguntas: ¿Quién es, en realidad, esa mujer? ¿Cómo pudo utilizar documentos falsos sin ser detectada? ¿Se trata de un acto de corrupción, de negligencia? ¿Los sistemas establecidos en la penitenciaría para controlar las visitas a los reos no exigían una identificación que impida simular que una persona no es quien dice ser?

Nuestra Constitución y diversos tratados internacionales de los que México es parte establecen el derecho a la identidad a través de un documento que acredite ser nacional mexicano, incluye a menores y mayores de edad. La ley en la materia dice que corresponde a la Secretaría de Gobernación la expedición de la “cédula de identidad personal” a través del Registro Nacional de Población. En la columna citada describí la justificación y bondades de contar con ese documento.

Aplaudí la decisión del presidente Peña Nieto de incluir en su propuesta de acciones para fortalecer el combate a la delincuencia y a la impunidad la creación de una Clave Única de Identidad, que “permita a todo mexicano acceder a todos los trámites y servicios gubernamentales, así como al sistema bancario y financiero”. Desconozco si a esa importante medida se le ha dado seguimiento.

La visita de una mujer a El Chapo y la imposibilidad de identificarla evidenciaron la importancia de contar con un documento que impida falsificaciones, simulaciones, engaños y delitos como el cometido en este caso.

Hoy, los mexicanos usamos la credencial de elector como el documento de identificación para la mayoría de los trámites que tenemos que hacer en nuestra vida cotidiana. Sin demérito de los avances en la seguridad y confiabilidad de ese documento, tampoco podemos negar que la base de datos utilizada al momento de emitir nuestro voto ha sido objeto de robo en diversas ocasiones, y que la emisión de la misma está basada en un acto de buena fe con el que se confía que el ciudadano presentará los documentos legítimos que la ley le exige. No podemos negar también que existe un enorme número de mexicanos sin acta de nacimiento y un mercado negro en el que es posible obtener actas apócrifas que nos permitan ostentarnos con un nombre y un origen distinto al verdadero.

La cédula de identidad para menores, que hoy utilizan siete millones de menores de edad, garantiza la imposibilidad de falsificar la identidad de su titular al contener, entre otras medidas de seguridad, información biométrica que incluye las huellas dactilares más la codificación de la imagen del iris. De esa manera, la autoridad puede confirmar que el portador del documento coincide con los datos que son infalsificables.

El gobierno ha manifestado su compromiso de capturar a este peligroso sujeto y tomar medidas para que eventos similares nunca se repitan. No es menor que, dentro de ellas, se asegure que nadie que no esté plenamente identificado pueda ingresar a una instalación penitenciaria de alta seguridad sin conocer con antelación y absoluta certeza de quién se trata.

Twitter: @GustavoMohar

 

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