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¿Seremos de plástico? (II)

Germán de la Garza Estrada

Germán de la Garza Estrada

Viento fresco

 

La semana pasada comentábamos que la producción industrial y el consumo masivo de plástico se han convertido al paso del tiempo en una verdadera plaga para el planeta.

Señalábamos que científicos de la Universidad de California en Santa Bárbara, Estados Unidos, estiman que en el mundo hay cerca de 8,300 millones de toneladas de plástico.

Por lo demás, un Informe de 2006, elaborado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO), señala que se ha encontrado presencia de microplásticos hasta en 800 especies de moluscos, crustáceos, peces y mamíferos marinos, lo que revela el grado de deterioro que este material ha causado ya al planeta.

Incluso, el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) revela que en un estudio piloto realizado en países como Japón, Italia, Reino Unido o Rusia se han encontrado partículas de polipropileno y policloruro de vinilo (PVC) en las heces de los seres humanos.

Por un lento proceso de degradación del plástico en los mares del planeta y su consumo posterior por una inmensa variedad de peces, así como por el uso de sal proveniente del mar, el plástico ha llegado a nuestros organismos de manera inesperada y silenciosa.

Un estudio realizado en 42 países del mundo entero por la organización Greenpeace, en conjunto con la asociación civil Break Free from Plastic, señala que empresas globales como Coca-Cola, PepsiCo, Danone, Procter & Gamble y Nestlé son algunas de las más contaminantes del planeta.

Ante lo cada vez más alarmante que resulta el uso de este material en nuestras sociedades, algunos gobiernos del mundo comienzan a tomar medidas para frenar el uso indiscriminado que hoy tiene, sobre todo, en el consumo masivo.

El Parlamento Europeo recién aprobó una prohibición para la producción y consumo del llamado “plástico de un solo uso”; platos y vasos desechables, popotes, bolsas, envases, botellas y otros artículos utilizados para el envase y empaque de productos de consumo cotidiano quedarán totalmente prohibidos y el objetivo es lograr que el 90% de las botellas de plástico se pueda reciclar, con lo que se prevé una disminución de hasta 25% para 2025 en toda Europa.

Frédérique Ries, doctora en Economía, parlamentaria belga e integrante del Parlamento Europeo, señaló que “Se adopta la legislación más ambiciosa en contra de los plásticos de un solo uso. Este es un mandato esencial para proteger la vida marina y disminuir el daño ambiental que provoca el plástico…”.

A esta medida se han sumado las empresas globales y los grandes corporativos mundiales, como la propia empresa refresquera, que en el Reino Unido ha desarrollado una estrategia de bonos y premios a los consumidores para fomentar el reciclaje de sus botellas.

El objetivo, pues, será disminuir al máximo el consumo del llamado “plástico de un solo uso” como el que actualmente utilizamos en popotes, vasos, platos y cubiertos desechables, bolsas, botellas, envases y empaques de productos cotidianos para el hogar.

Y sin embargo, no todas las aplicaciones del plástico son altamente perjudiciales para el planeta. La ciencia médica y la tecnología del transporte se han visto beneficiadas con su utilización.

La NASA ha explorado el uso de polietileno como material para la nave espacial que llevará a los primeros hombres a Marte; la empresa Airbus construye ya parte de sus aviones con plástico reforzado de fibra de carbono para volverlos más ligeros; Peugeot y Audi hoy tienen hasta el 20% de sus automóviles fabricados con polímeros. Plásticos más resistentes a la corrosión, polímeros de larga vida, reducción del peso total de los objetos, máquinas que operan a altas temperaturas y sin desgaste.

Por su parte, la Universidad de Sheffield, en Inglaterra, ha desarrollado los llamados Plastics Blood o Sangre Artificial, que sustituye temporalmente a la hemoglobina y que se utiliza en situaciones de emergencia en las que se requiere sangre de manera inmediata; y finalmente, la creación de células solares fabricadas con polímeros, que producen electricidad a partir de la luz solar.

Estos hallazgos científicos y tecnológicos apuntan en una sola dirección, desterrar de la vida cotidiana el “plástico de un solo uso”, sustituirlo con otros materiales y utilizarlo para mejorar nuestra calidad de vida, sin afectar al planeta.

 

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