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Hoy, la luna es de todos

Germán de la Garza Estrada

Germán de la Garza Estrada

Viento fresco

 

Cuenta una leyenda china que en la luna habita una diosa acompañada de un conejo; que todas las noches la joven observa con nostalgia y en silencio a los seres humanos que habitamos la tierra. Es Chang’e, diosa de la Luna. Yi, avezado arquero, se encontraba una tarde en el bosque cuando la conoció; ambos se enamoraron y decidieron casarse. Eran tan felices que Yi buscó a la diosa del cielo para pedirle eternizara su amor. La diosa le regaló a Yi el elixir de la vida eterna, advirtiéndole que si una sola persona lo bebía completo, volaría al cielo para convertirse en Dios.

Un día, cuando Yi salió de caza, la esposa tomó sola todo el elixir y ascendió al cielo; deseosa de permanecer en la Tierra junto a su amado, Chang’e se detuvo en la luna. Desde entonces la habita sola.

El 3 de enero pasado, la República Popular China colocó una sonda espacial en el “lado oscuro de la luna”, a la que bautizó como Chang’e 4, en memoria de la diosa Luna.

Aunque técnicamente es más preciso señalar que la sonda alunizó en el hemisferio oculto de la luna, sobre un cráter llamado Von Kármán, de 180 kilómetros de superficie, ubicado en la depresión Aitken.

Ahí, en Aitken, hace cuatro mil millones de años el satélite sufrió un bombardeo casi apocalíptico, una violenta lluvia de asteroides que azotó con violencia su superficie durante cerca de 200 millones de años. Para los científicos chinos, conocer las características de esta depresión es fundamental para comprender el origen de la vida en la Tierra, ya que si durante el bombardeo de asteroides todavía no había vida en nuestro planeta, existe la hipótesis de que esta lluvia pudo provocar las condiciones idóneas para crear la vida, por lo que la sonda lleva, entre otras misiones, la de realizar estudios topográficos para corroborar la intensidad del bombardeo y conocer la composición mineral de la región. 

Así, Chang’e 4 ya envió a la Tierra las primeras fotografías del lado oculto de la luna, y lo que se puede observar es un horizonte desolado, repleto de cráteres y hondonadas. Un desierto.

Por lo demás, la sonda lunar lleva consigo seis especies vivas: algodón, levadura, papa y huevos de gusano de seda, entre otras, con la finalidad de experimentar y documentar la germinación, crecimiento y respiración de estos organismos en la superficie lunar, con la posibilidad de crear una minibiosfera en el satélite que produzca la primera flor en la luna. El objetivo: conocer las posibilidades de hacer florecer fauna en la baja densidad atmosférica de la luna. Diseñado de manera conjunta entre 28 universidades de China y liderado por la Universidad de Chongqing, el experimento de carácter biológico busca reproducir las condiciones primigenias con las cuales se dio origen a la vida en el planeta.

Antes de Chang’e 4, sólo tres países —India, Estados Unidos y Rusia— habían realizado alunizajes exitosos, ninguno, en su “lado oscuro”. La República Popular China es la primera nación en lograrlo. “Estamos creando una potencia espacial y, en este sentido, el evento es particularmente importante y simbólico”, señaló Wu Weiren, jefe del Programa de Exploración Espacial de China. Y la llegada de Chang’e 4 a la faz de la luna es, sin duda, otro gran salto para la humanidad, porque hoy, la luna es de todos.

Así, en la carrera por descubrir los secretos que guarda nuestro satélite, se abre un nuevo ciclo de experimentación científica impulsado por China que, sin duda y con el tiempo, se convertirá en la economía más grande del planeta.

Y así como se abren ciclos, se cierran otros. Hoy quiero aprovechar la oportunidad, lectora, lector, para despedirme de estas páginas que tantas satisfacciones me han regalado a lo largo de cuatro años y medio, y en las cuales publiqué más de doscientas columnas.

Cierro un ciclo por cuestiones de índole personal, no sin agradecer profundamente a esta casa editorial, a sus directivos, especialmente al licenciado Olegario Vázquez Aldir, presidente de Grupo Imagen, y a todos los que hacen posible el que se publique este diario, la oportunidad que me brindaron para formar parte del que considero el mejor proyecto periodístico del país, y que hoy cuenta ya con más de 100 años de larga vida.

Enhorabuena para todos y que Dios los bendiga. Hasta pronto. Gracias.

 

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