Y tú que te creías...

La ilusa gráfica de ruta, obtenida de algún navegador comercial, sólo dejó claro que no existe cooperación con las agencias del vecino país

El mensaje ha sido más que claro. No le informaron, y nada le informarán. Mantuvieron la participación de sus agentes en el evento completamente oculta al equipo de López, y así se quedará. Un hecho dice más que mil palabras, y, para toda esa gente necia que insiste en que no hay investigación abierta en los Estados Unidos, así como de que no existe evidencia que involucre al partido oficial en contubernio con el crimen organizado, la captura del capo, se le denomine como se le denomine, será recordatorio de que la procuración de justicia y las confirmaciones de indagatoria se excluyen, ya que ponen sobre aviso al investigado.

Fue penoso ver los balbuceos de quien será la secretaria de Gobernación, mostrando imágenes de un King Air, sin matrícula, diciendo que el traslado se realizó en una avioneta, cuya matrícula no coincidía con la aeronave presentada. Como preparatorianos, sus ayudantes acudieron a la página comercial que da noticia de vuelos, ingresando una matrícula acopiada, aún no se sabe de dónde, para dar cuenta de lo ocurrido, dejando claro que sabían tanto, o menos, que cualquier espectador de noticiero.

En alguien que ha desempeñado todo un sexenio la titularidad de la SSPC resultaría esperable que distinga la aeronave que mostraba, la cual, sin perjuicio de ser turbohélice, dista mucho de ser una avioneta, ya que es bien sabido que, por sus cualidades, la armada ha ocupado esa aeronave durante décadas, siendo la única con hélice en la que puede viajar el presidente de Estados Unidos. No, no pretendemos que distinga una Cessna de un Beechcraft, porque a lo mejor su labor es más de tierra, pero, para un experto en equipamiento de instancias de seguridad y de resguardo y custodia de altos funcionarios, la distinción es obligada.

Mostró y mostró la foto, sin percatarse que señalaba una matrícula que no aparecía en la imagen. La ilusa gráfica de ruta, obtenida de algún navegador comercial, sólo dejó claro que no existe cooperación con las agencias del vecino país. Vamos, ni siquiera la menor consideración o respeto, porque, ya que, por fundadas sospechas, los mantuvieron al margen, de tenerles alguna estima les habrían proporcionado algún material, para aminorar el tamaño del ridículo.

El marcado nerviosismo con el que se paró frente al micrófono fue evidencia del entorno de duda y desconocimiento que hizo presa de ella. En tan sólo un lance, las agencias americanas la han devuelto a su realidad, en la que, sin estadísticas maquilladas, dista mucho de ser la experta en el área que cree ser, dejando al descubierto por qué los cárteles encontraron en ella a la mejor para el puesto. Los resultados y lo que pasa en las calles son tan distantes que sus presentaciones son más bien ciencia ficción.

García Luna no fue objeto del discurso presidencial, sino hasta que lo pusieron tras las rejas en otro país. A la prisa, construyeron investigaciones y abrieron expedientes, pero ya estaba bien entrado el sexenio cuando nada tenían. Tratándose del más destacado objetivo en la lucha contra el narcotráfico, no tuvo preciso la funcionaria el número de investigaciones, expedientes o procesos en su contra, vamos, no sabía ni si siquiera si tenía órdenes de aprehensión.

Lo evidente es que, en su grosera incapacidad, no sabe aún quién es el efectivo beneficiario de la captura, como tampoco el camino que tomará el brusco y profundo cambio que vendrá en mandos y alcances, el cual ocurrirá lejos de donde ella hoy apunta. Lo que sí sabe es quién fue el mayor perjudicado. ¿Será eso lo que la hace jalar aire como lo hiciera?

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