Tránsfugas tricolores

La pregunta obligada apunta a conocer la razón por la cual los incorporarían a la campaña, sabiendo que son los relegados de los partidos que tanto desdeña la gente.

Algo en común tienen los que repentinamente no se identifican con el partido en el que militaron durante muchos años, hasta décadas en algunos casos. Son abultados expedientes de cuentas pendientes de rendir los que los hacen arrojarse a los pies de la candidata oficial, y no el cambio de convicciones.

Poco se sabe, pero el artículo 114 de la Constitución señala que la prescripción no corre en tanto se desempeña cargos que tienen fuero, por lo que la puerta de huida que abrazaron los tránsfugas hace seis años, está por desaparecer. El régimen de las privilegiadas posiciones que asumieron al hundirse el barco priista, sólo dura algunos años, por lo que ahora están a punto de perder el capelo.

Son personajes que difícilmente podrían sobrevivir sin cargos burocráticos, dado que lo único que saben hacer es intrigar, medrar y servir a los intereses aviesos de quienes se hacen del poder.

Ya en estas líneas anticipábamos que la renuncia de tales personajes a nadie puede interesar, salvo por el morbo que apunta hacia trifulcas y rebatiñas que se suscitarán entre quienes antes ocuparon altas dignidades en el vergonzosamente defenestrado gobierno de Peña Nieto.

Cada día es más claro que existió un pacto entre el cacique y el peor calificado de los presidentes salientes, ya que jamás fueron tocados con el folio de una carpeta de investigación, y hasta se puede decir que fueron tratados con respeto y consideración por el mañanero hostigador.

A diferencia de los que ahora salen despavoridos del clóset neoliberal, Peña, y su fiel escudero Videgaray no ocuparon cargos de elección popular, apostando a que el de Macuspana cumpliría el compromiso de hacer como que los perseguía mientras estos disfrutaban de las enormes fortunas que amasaron. Ahora, la prescripción los recoge en su manto.

Es innegable que la dirigencia de Morena y su candidata presidencial conocen los muy abultados expedientes que portan bajo el brazo quienes hoy tocan a su puerta, y saben que el que fuera su partido ya no les reconocía huestes, seguidores o acuerdos territoriales que los hicieran valiosos, por lo que ni siquiera fueron considerados para ocupar alguna encomienda en el frente aliancista.

La pregunta obligada apunta a conocer la razón por la cual los incorporarían a la campaña, sabiendo que son los relegados de los partidos que tanto desdeña la gente. ¿Será sólo por mostrar caídos en batalla, como lo hacían los ejércitos en el pasado al tomar las ciudades que derrotaban a su paso? O más bien será que, como en el 2018, siguen aceptando todo lo que sube a la batea del movimiento.

Lo real es que resulta sorprendente cómo personajes que ya dieron lo que tenían que dar, aún pueden convocar a medios de comunicación que les prestan el megáfono para predicar en el desierto. El fin de año suele ser una época de pocas noticias, por lo que ha sido el momento elegido para salir, con bombo y platillo, a hacer anuncios que ninguna repercusión tendrán en la vida política nacional.

Sin embargo, hay que estar atento, porque todo aquel que cambia de bandera a media batalla suele llevar consigo datos, elementos o diversa información que estiman puede lastimar a quien antes defendieron. Más que su participación en la contienda, lo interesante será conocer lo que han traficado para ser recibidos en el oficialismo. Si nada de eso llevan, será evidente que sólo el fundado temor de ser procesados es lo que los animó a dar un salto al vacío, esperando caer en brazos de una candidatura aburrida y desangelada, necesitada de cohetones y matracazos.

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