Tercer país inseguro

No hay área de gobierno que se revise en la que las cuentas no arrojen saldo rojo.

Aunque el cacique repite que no es lo mismo, cada día se parece más a todos los que han desfilado por Palacio Nacional. Ya tiene un número, por el momento, es 40, pero parece que puede subir y superar el 43. Ojalá no sea así. Teniendo como escenario de fondo el gran fracaso que ha sido su lucha en contra la violencia y la inseguridad, el evento de Ciudad Juárez lo marcará de manera indeleble.

No hay área de gobierno que se revise en la que las cuentas no arrojen saldo rojo. A su impreparación para administrar se suma la de muchos incondicionales, mudos, ciegos y sordos que han pasado de noche por las principales carteras del gabinete. Se agotan las arcas públicas, no tardamos en volver al gravoso endeudamiento.

Trump y Biden adoptaron una medida que, tarde o temprano, les dará dolores de cabeza. Le han encomendado a López la tarea de ser el celador migratorio que haga innecesario construir un muro, pero, para cualquiera es claro, que no tiene la más mínima idea de cómo montar algo parecido a una estación migratoria, pero sí algo que se acerca a Guantánamo.

Aunque el discurso da la idea de que se montarían albergues casi hoteles, en los que cómodamente se esperaría a concluir trámites para ser aceptado o rechazado en los Estados Unidos, lo real, es que, como dice, su pecho no es bodega, pero sí todo lo que construye. De muestra, la refinería, el aeropuerto y las sucursales del Banco del Bienestar, están bien para bodegas y no más.

En una de ésas, hasta dinero le dieron para operar el inefable programa, el cual, seguramente, ya se habrá puesto en sobres amarillos. La idea no fue de López, por lo que, en la campaña del 24, más allá del río Bravo, se dirá que se tomó una medida contraria a los derechos humanos, al confiar la integridad y seguridad de migrantes a una persona que no ata ni desata. Allá, se ha ido tomando gusto por golpearlo en el discurso parlamentario, y si el de Tepetitán continúa profiriendo adjetivos, no tardarán en insultarlo.

Amenaza a los congresistas con acusarlos con los votantes mexicanos, pero olvida que todo mundo sabe que su apoyo en la pasada contienda estuvo a favor de Trump, y perdió. Noriega, en su tiempo, no estuvo a la altura de las bravatas. El desenlace no fue ejemplo del respeto al derecho ajeno, pero así se las gastan allá, así que, más vale estar del lado del derecho y no de la vulgaridad.

En su mente, acaricia la idea de ser mártir del imperio. Qué mejor remate para la opereta pseudo histórica que ha montado. De sobra sabe que el expediente que le han armado lo pondría contra las cuerdas, y que él, y sus allegados no tendrían cómo evadir la narrativa que reclamara el que se inicie un juicio, allá, en el mismo juzgado que el mañanero orador tanto aplaudiera. Así que ha decidido arrojarse con todo, para atribuir la acusación al ríspido intercambio de recriminaciones.

Equivoca la estrategia, no cargará sólo con las consecuencias si no restituye las cosas al ambiente de la sensatez, sino que también afectará el interés nacional y el bienestar de los mexicanos.

Coinciden los procesos electorales el año que viene. Ningún presidente mexicano había puesto un tablero electoral en el que allá, además de ser tópico relevante de la contienda, resulte blanco de ambos bandos.

La silla la tiene prestada y la investidura que ostenta tiene “v” de vuelta, sí, mientras no emprende una guerra en la que dependa de él poner lo ajeno en prenda. Sereno, moreno.

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