Rubén, el ingenuo
Tanto el cacique, como el gobernador pensarán que el respetable puede aún albergar dudas de la fuerte relación del partido oficial con los cárteles
Más que molesto, López se encamina hacia el fin del sexenio, otorgando todo el apoyo al gobernador señalado en recientes declaraciones hechas más allá del Bravo. El gobernador Rocha piensa que la feliz coincidencia de que encontrarse fuera del país le exculpa de toda acusación, cuando el tufo de la armada coartada es ostensible.
Parece escapar a su atención que el hecho de que la invitación a reunirse con él, más allá de ser cierta o no, deja claro que el capo la estimó como algo no sólo creíble y de rutina, sino hasta confiable, dado que no se hizo acompañar de un fuerte dispositivo de apoyo. Al declarante no le faltarán elementos para soportar la existencia de una relación, o al menos, de un vínculo que dotara de credibilidad a quien, como nuncio, le hiciera llegar la cordial invitación.
Es claro ya para todos que Rosa Icela Rodríguez conoce tanto de qué pasa y cómo opera el crimen organizado, como de astrofísica. Lo mismo pasa en la materia que involucra su próxima cartera en el gabinete. No sabe nada del tema, pero resulta irrelevante, al tener una abrumadora mayoría de gobernadores alineados, sí, al ser éstos más que gobernadores, meros administradores incondicionales del partido en el poder, por lo que no se requiere una experta en política interior, sino de una mera gerente, que lleve y traiga los mensajes.
Hace algún tiempo señalé que ella no tiene idea de lo que está pasando, como tampoco la tienen muchos de los que han armado, supuesto o conjeturado teorías y hasta novelas, para explicar lo que pudo haber ocurrido. Indiqué, claro, que no acertaba a entender cómo la detención impactaría en el fino equilibrio del efectivo poder en el norte. Han pasado ya algunas semanas, y no se presenta el temido y anunciado conflicto, sin que siquiera, los más avezados cronistas en nuestro país hayan delineado lo que, tarde o temprano, pasaría, y algunos ya esperábamos, el cambio generacional.
Dice López que no cree que haya sido producto de un acuerdo, porque sencillamente no cree que ello sucedería teniéndolo al margen. Sin embargo, a diferencia de todos los empresarios y políticos que aún le temen y le seguirán temiendo, los grandes capos ya no le miran como el factor útil que tanto apoyaron. Sus viajes a Sinaloa, tanto los revelados, como los secretos, a partir de ahora, ya sólo serán turísticos, dado que ya no le miran como interlocutor del régimen. Con el tiempo, entenderá que ellos ya lo ven como lo que fue y, que aun en un escenario de retaliación a través de la revocación de mandato, ésta depende más de ellos que de él.
Un hombre enfermo, que jamás iba a aceptar que ya no podía seguir al frente, y la situación de un joven que nada tiene que ver con el negocio, necesitado de la vía para acreditarlo y vivir sus días en paz, pusieron las condiciones. Se tomó la estafeta que no se entregaría. Nada más allá de eso, lo ocurrido tiene más que ver con aspectos operativos, que con las tenebras que se han propalado. Para la suerte de Biden, el cártel necesitaba de una urgente reestructuración, ante el crecimiento de las organizaciones rivales y de su notoria expansión hacia el norte.
Tanto el cacique, como el gobernador pensarán que el respetable puede aún albergar dudas de la fuerte relación del partido oficial con los cárteles, pero la verdad ambos son ingenuos al presentarse como víctimas del involucramiento. García Luna se esperó hasta el final, sabía que al revelar información perdía leverage, pero, al ser sentenciado, ya nada tendrá que perder, como tampoco el recién detenido, quien precisa más de atención médica que de un pacto.
