Los 20 de San Pedro

Las nuevas generaciones son presa de rencillas y rivalidades, que han hecho que las familias sólo vean hasta los linderos de su residencia.

Poco importa si son más o menos de 20, como si todos viven en San Pedro o no. Lo relevante es lo que significan en el esfuerzo productivo nacional. Se trata de personajes; sujetos que, a la callada, hacen mucho para que el país progrese. Han sido décadas de denodado esfuerzo lo que ha consolidado importantes consorcios que hoy soportan, y siguen aguantando, las ocurrencias que, desde el centro, el cacique les receta.

Fueron años de trabajo ordenado y bien encaminado, lo que hizo que Elon Musk encontrara en la región el deseable entorno en el que, dentro de algunos años, establecerá una importante planta, no las peripecias de un parlanchín gobernador que además de su voz, sólo escucha el eco de la misma.

El éxito gestó, en el semidesértico paraje, una gran comunidad que se distingue por ser vanguardista. Ella se formó con personas que sabían que son el trabajo, la disciplina, y la tenacidad, lo que conforma y consolida proyectos.

Con el tiempo, adquirieron visión política, dado que advirtieron que, tarde o temprano, las malas políticas públicas acaban con la riqueza y envilecen a la población. Su influencia se sintió entonces en todo el país, tanto, que Luis Echeverría vio en ellos a adversarios, cuando debió encontrar en ellos a sus más importantes aliados. El tiempo puso a cada quien en su lugar.

Así es, aquellos industriales que ganaron nombre, dando empleos y generando dividendos a sus accionistas fueron generosos, no sólo veían hacia el interior de sus plantas y fábricas, sino que tambiénvieron hacia afuera, en búsqueda de algo que pudieran ofrecer al país del que no tuvieron que emigrar para ser profetas. Gracias a esa forma de ser mexicano, tenemos una de las principales instituciones educativas de México.

Sin embargo, las nuevas generaciones son presa de rencillas y rivalidades, que han hecho que las familias sólo vean hasta los linderos de su residencia. Hay ya incluso quienes creen que la insoportable superficialidad, la banalidad y el hacer filantropía con cargo a las arcas públicas pudiera formar una trayectoria política.

A principios de esta administración los empresarios enfrentaron la funesta, pero tradicional baladronada, de quien se hace de la silla presidencial. Tras reformarse la Carta Fundamental, los impresentables legisladores dieron al Ejecutivo la capacidad de emprender cacerías de brujas, en las que no es necesario agotar un juicio, ni menos, conseguir una sentencia. Le dieron la capacidad de aprisionar y hacer culpable a todo aquel que tuviera en los bolsillos el ansiado botín.

Fue así como, a regañadientes, algunos de ellos aprendieron a pagar la cuenta que les pasaran, aun sin deberla. Quedó claro, el precio de emprender defensa era hacerlo desde la prisión.

Hoy, la nación los necesita más que nunca. Es cierto que, como la mayoría, están asqueados de la partidocracia. Medina fue la gota que derramó el vaso. Pero no está en las vísceras el futuro de todos, ni mucho menos el país que quieren para los suyos. La premisa que reza: lo que sea, mientras no sea de los viejos partidos, los ha llevado a la más aberrante y lamentable de las cerrazones.

Parecería que el tronco, más que bronco, los habría hecho recapacitar, pero no, han caído aún más bajo. Ahora, con los enormes recursos del motor económico nacional, dilapidarán la oportunidad de quitarse la bota del pescuezo, apoyando a un frívolo, locuaz e impreparado personaje.

Formar políticos de buen nivel toma tiempo, pero cuentan con lo necesario para ir identificando jóvenes con capacidad, prudencia e inteligencia que, en un futuro, conformen una sólida cantera de administradores públicos. Pero hoy, debe privar la sensatez sobre el resentimiento.

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