Lo único

El tren del infortunio, que de maya no tiene nada, caerá en la inviabilidad por falta de aforo

Tras encubrir, con una ocupación temporal, la arbitraria decisión de privar a un particular de los derechos que emanan de una concesión federal, al cacique lo único que le falta es operar un fraude electoral desde la silla presidencial. No admite disputa el afirmar que López ha incurrido en todos y cada uno de los vicios y defectos que vio en quienes le antecedieron al mando. No hay defecto o deficiencia en el ejercicio del poder en que no haya caído, replicando a los peores gobernantes que hemos tenido desde que el México independiente nació.

Hoy se ve con claridad por qué es conocido como el cuarto López del Apocalipsis. En menos de cinco años, la República ha quedado atrapada en terreno fangoso. La falta evidente de resultados, particularmente en el área de la seguridad pública, contrasta con sus engañosas gráficas, construidas con defectos metodológicos que sólo pueden pasar inadvertidos a quien esté afectado por un grado, mayor o menor, de complicidad.

Se aferra ahora a las tlatoánicas obras de su administración, las cuales, como él dice, llueva, truene o no sean terminadas, serán inauguradas. Se desespera ante la inoperancia de la terminal aérea que construyó en un sitio tan malo, como el que escogió Peña. El tren del infortunio, que de maya no tiene nada, caerá en la inviabilidad por falta de aforo, y los recursos empleados en él serán partidas tiradas al hoyo negro de su incompetencia, pero las palmas se las llevará el atraco del siglo XXI, la refinería más cara, a nivel mundial, la que, lamentablemente, no procesará más que el agua que deba sacarse de sus instalaciones.

El sexenio horribilis será herencia maldita, y no legado de un prócer que pase a los libros de texto con el aprecio de los mexicanos. Es ya evidente que su prioridad está en manipular, no a sus corcholatas, porque nada ha destapado, sino a quienes, en realidad, son vulgares tapaderas. El candidato del partido oficial sigue tan bien tapado, como lo estaban, a estas alturas del partido, quienes fueron seleccionados por los presidentes priistas al salir. La pregunta que él, y sólo él responderá, es quién tiene el mejor perfil para taparle.

La degradación de la relación entre Poderes es evidente, y su falta de liderazgo ha quedado evidenciada, al revelarse que sólo se trata de un gran instigador que provoca la ira y el revanchismo en quien lo escucha. La frustración, la decepción y el desencanto se han apoderado de quienes confiaron en él.

Se desmorona el partido que armó, y las corrientes harán trizas el llamado movimiento, que no tiene causa, sino dueño. Sin él, se trata de violentas tribus que difícilmente podrán, ya no operar, sino convivir civilizadamente. La regeneración fue sólo degeneración y, con ella, se cierra el círculo de lo que fue el sistema político posrevolucionario, algo nuevo tendrá que venir, ya que no hay figuras que gocen de buen nombre y prestigio para pedir a la nación la entrega de la estafeta.

Ávido está de propuestas que le permitan continuar construyendo una narrativa desde Palacio, por lo que no reparó en lo grave e inútil de la medida que tomó con respecto a Ferrosur. Deja claro lo que le pasará, tarde o temprano, a quien se integró a su comité empresarial. Está derrotado, angustiado y desesperado.

En la naturaleza, el pejelagarto es conocido por no ser compatible con otras especies, dada su furibunda agresividad, siendo característico en ellos terminar sus días solos. El mote, hoy parece destino, continuará derruyendo la vida institucional hasta que el calendario marque lo inevitable.

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