Buena parte de los asuntos de alta administración pública que un Presidente debe conocer, para López son un misterio. Entre ellos están los asuntos financieros. Aunque siempre han estado en su agenda, al cabo de 20 años, simple y sencillamente, no los entiende, por lo que suele refugiarse en lo que él piensa fue la historia de México, cuando en realidad, lo que narra, es una falaz crónica armada a modo por el tricolor setentero, al que, sin aceptarlo, aún pertenece.
Le han planteado que el origen del problema son deficiencias en la producción, por lo que, al más puro estilo de Echeverría, pretende arreglarlo con subsidios. Los mexicanos ya aprendimos que ese tipo de soluciones sólo generan una percepción de alivio en el corto plazo, y que, a la larga, se vuelven parte del problema. Dice que la gasolina aquí cuesta menos, cuando en realidad vale lo mismo que en todos lados, con la diferencia de que parte del precio lo pagamos todos.
Decir que la venta de hidrocarburos permite al país subsidiar la gasolina es no darse cuenta que Pemex está ahogada en deudas, y que ha sido demoledor el efecto del impago a sus proveedores. No sólo no le sobra, sino que le sigue faltando. Tarde o temprano, se tendrá que cobrar el verdadero precio, lo sabe, pero a él sólo le importa que en lo que resta del sexenio no tenga que aceptar que perdió la apuesta energética.
Ahora, en el pecado lleva la penitencia. Nombró caprichosamente a funcionarios en el Banco de México y en la tesorería, lo que ha provocado que esas instituciones tengan un perfil anodino, que las anula. Qué decir de la CNBV, todo el mercado señala que es ya inexistente, siendo sólo un ente en el que cobran quienes sin méritos llegaron ahí.
Dijo al inicio de su gobierno que hasta el tercer año revisaría el destructivo y nocivo efecto de tener uno de los más grandes e inexplicables márgenes financieros del mundo. Llegando ya al quinto año de gobierno, lejos de establecer condiciones que cierren la enorme brecha entre las tasas pasiva y activa, carecemos de una política monetaria eficaz, y seguimos mecánicamente las alzas de tasa de la Fed. El aparato regulatorio del sector financiero es tan endeble y frágil que basta el menor embate para derrumbarlo, la inexperiencia e improvisación son el distintivo de quienes ocupan los puestos clave.
Comprar semilla, fertilizante y otros insumos para el campo en el exterior, para colmar fugazmente la demanda, en nada mejorará la situación, sólo le alcanzará para llegar a las próximas elecciones, pero mantendrá al campo sin una mejora de fondo. Sin los apoyos presupuestarios, el sector no llegará muy lejos, manteniendo la frágil condición que tanto gustaba a los priistas, ésa que permite controlar las preferencias electorales, manteniendo en perpetua pobreza al campesinado.
Ha descubierto cómo incurrir en los grandes yerros que provocaron la caída del bloque socialista. Pero, a diferencia de los soviets, él no busca un sistema que lo sobreviva, él sólo quiere encontrar la puerta de escape en el 24, dejándole un país devastado a quien se saque la rifa del tigre.
Seguirá contando cuentos cada mañana, pero el aparato productivo se está sobrecalentando y las remesas ya no cubrirán los efectos del desgobierno que vivimos. La tasa de interés es sólo gasolina para este incendio.
Su imprudente manejo financiero está generando faltantes que sólo se podrán cubrir con un indeseable crecimiento del endeudamiento público, él no se endeuda, pero ineludiblemente heredará la necesidad de hacerlo.
