Historieta

En el PRI, las cosas no están mejor, les robaron la revolución, la reforma y hasta la independencia.

Teatral, es la más amable descripción que se puede hacer de la forma en que gobierna el cacique. Dedica la mayor parte del tiempo a hablar. No hay más que un prolongado monólogo que se extiende a interminables paseos por el interior del país, buscando mantener presencia en aquellas zonas en las que aún no se entiende que los pobres son los más afectados por sus decisiones.

Le tomó años a Tatiana Clouthier caer en cuenta de que le rentaron el nombre, no su capacidad organizacional, ni mucho menos sus conocimientos en materia de administración pública, ambos imaginarios. Su arrogante personalidad, alejada de razones o conceptos, gustó a López, porque, al ser mujer, la mayor parte de los políticos rehuirían la confrontación. Con una extraña mezcla de acento sinaloense y regiomontano, acudió a tertulias llevándolas a la sin razón. Anulaba el debate contrarreloj.

Ahora, Clouthier quiso coordinar la campaña de Sheinbaum, no habrá forma, terminó su sainete burocrático con un reprobatorio y fatal aplauso. Sólo dejó un regadero de asuntos sin resolver.

El cacique supo aprovecharse de Poniatowska, Vasconcelos, Cárdenas, Piedra y de una larga lista de apellidos que le granjearon una artificial pertenencia a movimientos históricos, con los que no tiene, ni tuvo ninguna relación o vínculo, pero que le agenciaron votos. Hoy, el desencanto, la mayoría ya no saben cómo desligarse del oportunismo historicista. Sin saberlo, permitieron que se traficara con el nombre que llevan.

Cabe hacer especial mención de la familia Zapata que, no sólo no se dejó usar, sino que, por el contrario, ha mantenido a raya a quien quiso lucrar con el nombre del revolucionario. Muchos quisieron sumarse a la fabricada victoria del 18, pretendiendo hacerla suya, pero sólo acabaron enlodándose. La cargada la provocó el “licenciado” Peña, pero su mensaje, por tardío, hizo rabiar a la CTM, quien se decantó de cabeza en favor de Meade.

El robo de la historia y el secuestro de próceres son lo de hoy. Sabiéndolo, con poca habilidad, el PAN trata de asirse de nombres que, si bien son respetables, poco o nada le dicen al electorado, destacando, entre las referencias, las hechas a Castillo Peraza. Difícilmente podrán cobijarse en la imagen de difuntas figuras.

En el PRI, las cosas no están mejor, les robaron la revolución, la reforma y hasta la independencia. Bastaron cuatro años, la marca se liga sólo a inútiles expresidentes, así como a torturadores, traficantes de influencia y a toda suerte de vendepatrias. A Alito no se le puede creer ni la hora. Ese partido pasó a la historia.

El cacique dice, una y otra vez, que lo que ha hecho es una transformación, cuando los datos de fallecimientos, inseguridad, desempleo, inflación y crecimiento no permiten apreciar su gestión como logro histórico. Sus recetas, dichos y aspavientos son más parte de la comicidad que de la política.

Su locuaz opereta de destape mantiene, en lo esencial, el garlito del tapado. Es una cruel sátira que nos revela el bajo nivel de dignidad que caracteriza a quienes lo siguen, y, que a toda costa aspiran a la candidatura. No hay mancha, pecado o bajo truco que criticaran a los políticos de antes, que no les pueda hoy ser reprochado.

Lo que sí es un hito, que todos los días construye, quedará registrado. La historia mundial da cuenta de tomas del poder civil por militares, pero ésta es la primera vez que un civil ansía, desesperadamente, entregar el poder al Ejército.

Si sigue la desbandada, no habrá quien le diga a López que no hizo historia, no sabrá entonces que deja una negra historieta del más negro humor.

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