El medioevo mexicano

Efímero será el efecto beneficioso de las inversiones de oriente, ya que el mermado, pero aún poderoso imperio del norte, nos la cobrará cara.

El incremento de riesgo país es destacado por los bancos de inversión al emerger eventos que marcan un antes y un después, pero éste se forma paulatinamente. En diversas latitudes, distintas decisiones ya han generado desencanto y hasta aversión al mercado mexicano, pero las altas tasas de interés y la existencia de un gobierno totalitario, con extremas e inusitadas dotes fiscales a su disposición, ha mantenido inversiones hechas por fondos que resultan beneficiarios de ingresos sostenidos por una recaudación a modo, al operar éstos lejos del pernicioso flagelo.

La persistente idea de que el gobierno respaldará a Pemex, aunque la ley que lo rige ordena lo contrario, ha mantenido el apetito en los títulos que éste emite, a tasas que dejan claro que es ya completamente inviable. No existe campo o pozo que sustente la noción de que vendrán tiempos mejores. En tanto, la reforma judicial impactará en las decisiones de manera gradual, pero irreversible.

Los acreedores de la nación están anclados en países con sistemas judiciales confiables, contando con garantías bajo la jurisdicción de éstos, por lo que sólo una debacle financiera les hará a cambiar de destino. No hay que subestimar a la 4T, ésta es capaz de provocarla en unos cuantos meses. Ya no existe contrapeso alguno que evite el rumbo al barranco, como en el sexenio pasado. La ausencia de mayoría calificada impidió que las suicidas decisiones de López se implementarán, pero ahora es sólo cuestión de tiempo para que la ineptitud se despliegue a sus anchas.

Con el tiempo, el tabasqueño entenderá que lo único que evitó que se estrellara de lleno con el muro de una crisis fue que había una minoría impidió que la carreta se desbarrancara, resultando obligado beneficiario del equilibrio que siempre criticó. Paradójico, sus detractores ocasionaron balances que le libraron de tempestades.

Ahora, ese 40 por ciento de mexicanos con formación académica, profesional y técnica no tenemos peso alguno, quedamos en manos de la ignorancia empoderada que no tardará en hacer explotar todas esas minas que el de Macuspana no pudo hacer estallar.

El tono arrogante y soberbio con el que hablan los que se hicieron del pandero, contando con un enorme aparato electoral fondeado y respaldado por el crimen organizado, se irá desvaneciendo a la velocidad que desaparezca lo poco que quedó en las arcas nacionales. Los burócratas se darán cuenta de que los poderosos de este país ya viven lejos de sus garras, dejando a cargo a pagados gerentes. Ya no podrán extorsionar a los dueños del dinero. Irán y vendrán órdenes de aprehensión, pero los poderosos verán el sainete desde la barrera. Con el tiempo, ni los tamales de chipilín servirán de carnada.

Se recrudecerá la intimidación, pero sólo se conseguirá que las fuentes de empleo vayan mermando, y que el interés por venir a México permanezca sólo en los asiáticos, quienes han decidido que éste sea el campo de batalla en el que se libre la más feroz guerra comercial de los últimos 100 años.

Efímero será el efecto beneficioso de las inversiones de oriente, ya que el mermado, pero aún poderoso imperio del norte, nos la cobrará cara y ya no hay con qué pagar la cuenta que nos heredó el consentido de los capos. Éste, al principio, dominará la escena política, pero tarde o temprano tendrá que atender los múltiples frentes que se le irán formando.

Pasar por las oscuras avenidas de una crisis ya no es optativo, lo mejor será estar preparado para capotear el temporal e ir pensando cómo deshacer lo mal hecho y regresar a los cavernícolas a su cueva.

Temas: