El mal tratado
El tratado tiene un alcance comercial, siendoéste el menos destacado y relevante, lo complejoni siquiera se ha puesto sobre la mesa.
Lo dijimos hace semanas, el tratado ya no podrá ser trilateral. Las diferencias en la relación con el norte y con el sur son profundas. Mal haría Canadá en jalar con nosotros, y nosotros con ellos. Las asimetrías, objetivos y problemática difieren sustancialmente. Y no porque el país de la hoja de maple esté en mejor condición económica, ya que es tan tercermundista como el que más. Hoy, diremos que entre más cerca cree Ebrard estar de la meta, más demuestra su poco conocimiento de las negociaciones internacionales o, al menos, de la que tenemos con el vecino del norte.
Todo apunta a que el novel e impreparado equipo oficial se ha creído lo de las sonrisas y los estrechones de manos, y parecen olvidar que su jefe denostó y criticó al residente de la Casa Blanca, pero aquél, si algo ha probado, es que no perdona ninguna, y ésta no será la excepción. Por supuesto, no saben que ellos jamás sacan los ases antes de tiempo, y que el único que ya abrió su juego es el excanciller, quien obró de manera cándida e ingenua. Tendrá que prepararse para unos revires espectaculares.
De entrada, debemos decir que los temas importantes son los que no están escritos, sí, esos capítulos que se adicionarán al convenio que regule nuestra nueva relación con los Estados Unidos de América. Especialmente aquel que referimos en este espacio hace ya varios meses, el de democracia y Estado de derecho, o como le quieran llamar, en el que la inexistencia de un Poder Judicial autónomo y funcional será el eje de la discusión, y entonces, como lo dijimos hace mucho, el estándar de derechos fundamentales al que debemos aspirar será aquel que les otorguen a los ciudadanos estadunidenses.
El objetivo está muy claro, acá no podrán legislar sólo en provecho de los extranjeros (aunque lo intentarán), obligándonos a permanecer en la condición jurídica disminuida que nos han impuesto. La seguridad nacional de aquel país, aunque parezca mentira, es el paraguas protector del cual surgirán medidas efectivas en contra del narcotráfico; de la corrupción y de la preservación de un régimen venal y proclive a estrechar lazos con el crimen organizado. De forma que los equipos del cuarto de a lado deben estar atentos a lo que consigue Trump para los suyos, ya que, de paso, ése podría ser el comienzo de la reinstauración del Estado de derecho.
Dice la residente de Palacio, y dice bien, no han acreditado que López es el origen de la corrupción que hoy emana a borbotones, involucrando, día con día, a sus más que cercanos. Es un mensaje bien cuidado, no dice que no sea corrupto, sino que fue muy hábil al ocultar su acción, entramando un trabuco tripoderes que lo protegerá a capa y espada. Pero, una vez más, no vaya siendo que desde lejanos confines aparezcan ligas inexplicables e impresentables que hagan que el tinglado se desmorone, por lo que lo más correcto fue dejarlo en un problema de prueba. El reto es claro, habrá que levantar el guante.
El tratado tiene un alcance comercial, siendo éste el menos destacado y relevante, lo complejo ni siquiera se ha puesto sobre la mesa, aunque ya todos sabemos que abarca todas esas áreas que desde el púlpito oficial ligan a la soberanía. De forma que, en seis meses, sabremos si del tratado se pasó al maltratado. Las precoces campanadas que vienen de Economía sólo presagian que no han entendido de qué se trata. Bien harían las casi desaparecidas y sumisas cámaras empresariales en armar equipos de rescate, que provean salidas financiera y comercialmente rentables para ambos países, de lo contrario, la cena de morenos es inminente.
