Dueño de la historia; la crónica y el porvenir
El cacique perdió la apuesta. Puso todo en el tablero a favor de Pemex y de la CFE. Ambas, empresas improductivas del Estado, lo llevaron a pisotear y atropellar los postulados que vociferó a lo largo de veinte años. Para financiarles, ha cometido todos los ilícitos que ...
El cacique perdió la apuesta. Puso todo en el tablero a favor de Pemex y de la CFE. Ambas, empresas improductivas del Estado, lo llevaron a pisotear y atropellar los postulados que vociferó a lo largo de veinte años. Para financiarles, ha cometido todos los ilícitos que imputaba a los políticos que por algo le negaron candidaturas en el PRI. En nombre de ellas, incurrió en todas y cada una de las conductas que reprochó a los neoliberales.
Si alguna vez, cuando no tenía acceso a las arcas públicas, ni ocupó puesto relevante, tuvo algo parecido a la autoridad moral, es claro que la perdió, por lo que hoy se encuentra entre los políticos con mayor desprestigio. Cada día, su larga cola, le hace más difícil caminar. El indeleble sello de corrupción que le endilgan seguidores y parientes lo ha vuelto todo lo que un ciudadano puede y debe censurar.
Por mínima congruencia, quienes le siguen deben aceptar que lo hacen por complicidad, y no por lealtad, ya que ésta no existe entre pillos. Quienes conforman las huestes de la maquinaria oficial enfrentan el mismo dilema que han encarado quienes antes desfalcaron al país. Deben decidir si la debacle debe ocurrir antes de que concluya este sexenio, o hasta que inicie el que viene.
No importa ya el enorme caudal que obtuvo por la vía tributaria abusando del poder del Estado, lo que destaca es que todo se ha gastado en corruptelas, ineficiencia e inexperiencia. La oprobiosa dilapidación de fondos públicos, hecha en favor de la peor empresa petrolera del mundo, tiñe de rojo la senda de lo que debió ser sólo un coyuntural mecanismo de financiamiento del desarrollo, y no, la desenfrenada obsesión de istmeños ávidos de poder. La expropiación petrolera fue producto de un costoso berrinche, armado, a modo de huelga, por un presidente de rudimentaria formación, quien tuvo el capricho de construir carreteras. Ante la negativa de los empresarios petroleros de darle anticipos para financiar tal proyecto, sobrevino una decisión que nos tomó 40 años capitalizar. Hoy, ése es el bache en el que seguimos atorados.
La inteligencia, pero, sobre todo, la comparativa internacional, dejan claro que existieron muchas formas de explotar el petróleo para hacerlo detonante de riqueza. A quienes creyeron que sólo en manos del Estado ésta podría generarse les hizo falta darse una vuelta más allá de Tepetitán. Es cierto, el saber reconocer oportunamente su valor, cambió el destino de muchos países, también lo hará el no saber reconocer que se trata de una industria en agonía.
Un buen día, López se pensó y creyó parte de las gestas históricas, las cuales conoce de manera ramplona y elemental. Carece de talento para analizarlas profundamente, sí, desconoce las complejas circunstancias en que ocurrieron, siendo incapaz de ponderar las razones que llevaron a ciertas personas a jugar un papel heroico en ellas. Sin éxito, trata de reflejar en su atropellada y torpe gestión, ecos de aquellos tiempos, lo cual resulta hilarante.
La denominada 4T se parece más a aquellas películas mudas en la que cómicos y profesionales del pastelazo se apoderaron de las pantallas. Las peripecias de los tres chiflados se replican en cada conferencia mañanera, por mucho que piensen que alguien se pudiera tragar sus estadísticas.
En su sueño delirante, no sólo se piensa continuador de la épica nacional, sino que, después de cinco años de narrar un partido que nunca ocurrió, el mago de Macuspana ahora quiere anticipar lo que debe hacer quien lo sucederá. Lo único que tiene a raudales es saliva, pero ella será inútil sin un micrófono que le permita mantener el reality.
