¿100 días?
Se nos dijo que se trataba de un informede los 100 días, sin embargo, pocos parecenadvertir que nuevamente no cuadran los números.
Nos hemos acostumbrado de tal manera a las ocurrencias, que ya no cuestionamos ni objetamos las peripecias que organiza el residente de la Guarida Nacional. Tras el sonoro silencio registrado el 10 de abril, había que organizar algún evento que ocupara las primeras planas, de forma que rápidamente se diera la vuelta a la fallida operación para alcanzar, cuando menos, las dos terceras partes de los votos obtenidos en el 18.
Se nos dijo que se trataba de un informe de los 100 días, sin embargo, pocos parecen advertir que nuevamente no cuadran los números. El caudillo no se dio cuenta de que el cuarto año de su gobierno ya está a la mitad. Sí, sólo faltan 6 meses para que inicie el quinto. Al reformarse la Constitución, él deberá entregar el gobierno el 1º de octubre del año 2024, de forma que, en esa fecha, pero del presente año, inicia el quinto.
No es un asunto menor. Él quiere contar como se hacía antes, pero, aun así, los años de la administración nunca se han computado a partir del 1 de enero, así que, más allá de que el mágico número no le sale, lo claro es que, en el inconsciente, se rebela a la idea de que ya se le está acabando la arena en el reloj.
Antes de que acabe este año iniciará la última anualidad efectiva, dando paso al año electoral, en el que únicamente le quedará organizar la despedida. Los que desesperadamente hicieron lo indecible por congraciarse con él, en el fúnebre evento revocatorio, comenzarán a encontrarle el inconfundible olor de lo que ya fue. Ya no es la fuente inagotable de la popularidad, y cada día se recarga más en su probada y antidemocrática capacidad de destruir, que en el encanto de ser el gritón opositor.
Fugaz y etéreo resultó el deslucido evento, en el que no eran otros datos, sino otro país del cual hablaba. Alguien le tiene que avisar, perdió la apuesta. Pemex no va a salir, aunque cancele todos los ramos del presupuesto para rescatarlo, se trata de una entidad ineficiente, inviable e incosteable. La Comisión Federal de Electricidad se hunde en el descrédito, tanto ante los acreedores, que cada día apretarán más en el rendimiento, como frente a los usuarios, quienes paulatinamente se unirán a los que nunca vieron disminuir el costo del recibo eléctrico. La manipulación de las innumerables tarifas ya dio lo que podía dar.
Son muchos los pobres que ha generado el modelo económico que quiere patentar, pero no es tan claro que sean tantos los mexicanos a los que se pueda engañar diciendo que había que reformar la Constitución para que la nación tuviera el dominio directo sobre el litio. Lo tuvo la corona española en la colonia y pasó al águila desde que ésta emprendió el vuelo.
No, la diferencia es que, en su enorme egoísmo, simple y sencillamente no procesa el concepto “concesión”. No comprende que ellas son de discrecional otorgamiento. Sin fundamento, sostiene que salva a la República al prohibirlas. Lamentablemente, las administraciones empobrecidas que nos legará no contarán con recursos para explotarlo en el momento óptimo para los mexicanos. Nada ganamos perdiendo flexibilidad y la oportunidad de hacer lo que se hace en el Primer Mundo.
Por lo pronto, es difícil saber qué es peor, si comprar reformas en efectivo o con embajadas y consulados. La moneda cambia, pero mercar puestos públicos es regresar al oscuro periodo en el que se vendían los nombramientos, se trata de nuevos y vulgares encomenderos.
No le quedan 1000 días, y ya no hay mucha paciencia para escuchar cuentos en esas menos de 1000 noches. A la vista, el año más importante del sexenio, el séptimo.
