Voto de castigo
En el caso de Venezuela, el voto de castigo se manifestó de una manera brutal
El electorado calibra su voto motivado por distintas razones. La cabeza, el estómago, el corazón y por supuesto el hígado, nos orillan a decidir el sentido de nuestro sufragio. En esa dirección, el voto de castigo se define por una combinación de múltiples factores.
El Diccionario Electoral del Instituto Nacional de Estudios Políticos define al voto de castigo como una muestra de desagrado con la situación económica. Si el elector está bien financieramente, opta por premiar al titular del puesto reeligiéndolo o reiterándole su apoyo a su partido; de lo contrario, los sanciona negándoles su voto.
En un espléndido reportaje elaborado para AP, David Riding, Jill Lawlessy y Nicholas Ricardo definen al 2024 como el año del voto de castigo. Ya sea a la izquierda o a la derecha, independientemente de cuánto tiempo hayan estado en el poder, los gobiernos en funciones de todo el mundo han sido castigados ese año por votantes descontentos.
El triunfo del partido republicano en las elecciones presidenciales de Estados Unidos fue sólo la última de una larga serie de derrotas para los partidos gobernantes en 2024, año en que alrededor de 70 países celebraron comicios, representando aproximadamente la mitad de la población global.
Como ha señalado Richard Wike, director de investigación de actitudes globales en el Pew Research Center: “Hay una sensación general de frustración con las élites políticas, viéndolas como desconectadas, que atraviesa líneas ideológicas”.
Como lo apunta Steven Levitsky, de la Universidad de Harvard, desde la pandemia en 2020, los gobernantes han sido removidos del cargo en 40 de 54 elecciones en democracias occidentales, revelando “una enorme desventaja para los gobiernos”.
Durante 2024, en Gran Bretaña, los conservadores de centro-derecha sufrieron su peor resultado desde 1832 en las elecciones de julio, que devolvieron al Partido Laborista de centro-izquierda al poder después de 14 años.
En Asia, un grupo de partidos de oposición liberales de Corea del Sur, liderados por el Partido Democrático, derrotó al gobernante Partido del Poder Popular, conservador en las elecciones parlamentarias de abril.
En Sudáfrica, el Congreso Nacional Africano, que había gobernado durante tres décadas desde el fin del apartheid, perdió su mayoría en las elecciones de mayo y se vio obligado a formar una coalición con partidos de la oposición.
En América Latina, México representó la excepción a la creciente tendencia de voto de castigo a nivel mundial con el contundente triunfo del partido oficialista en las elecciones presidenciales del año pasado.
En el caso de Venezuela, el voto de castigo se manifestó de una manera brutal. La oposición triunfó con 81.7% del total. No obstante, en las dictaduras el voto de castigo nunca es reconocido. Gracias a un fraude grosero, Maduro comenzó un tercer mandato, que se extenderá hasta 2031.
Ya en 2025, el voto de castigo sigue su camino triunfal. El gobierno boliviano sufrió una derrota histórica en las pasadas elecciones presidenciales. Gracias al voto de castigo, la izquierda boliviana dejará finalmente el poder.
- BALANCE
En medio de un ciclo de voto de castigo que viene desde 2024, América Latina entrará en una secuencia de elecciones presidenciales entre agosto de 2025 y noviembre de 2026. Tendremos elecciones presidenciales en Bolivia (segunda vuelta), Honduras, Chile, probablemente Haití, Costa Rica, Perú, Colombia, Brasil y Nicaragua.
Será interesante observar si el ciclo de voto de castigo que comenzó en 2024 continúa o si los gobiernos en turno tienen la capacidad de mantenerse en el poder. En este escenario, la independencia e imparcialidad de las instituciones electorales será crucial para garantizar que la voluntad popular sea respetada.
