Tiempos inciertos

La crisis pandémica y sus múltiples efectos han incidido en un fuerte retroceso en todos los indicadores del desarrollo humano en el 90% de los países del mundo

En septiembre de 2022, el Programa para el Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD) presentó su último Informe sobre el Desarrollo Humano 2021-2022 titulado Tiempos inciertos, vidas inestables: configurar nuestro futuro en un mundo en transformación. El estudio muestra un horizonte complejo durante las próximas décadas. Estamos en medio de múltiples crisis globales que se traducen en el declive mundial de todos los indicadores del desarrollo humano.

La inestabilidad y la incertidumbre son signos de nuestro tiempo, la presencia simultánea de la pandemia por covid-19, la guerra en Europa y la crisis climática han impactado en todos los sectores, en lo social, económico y ambiental han creado el denominado “complejo de incertidumbre”, con el cual las preocupaciones cotidianas de millones de personas en el mundo se han amplificado y acrecentado, afectando su vida y bienestar.

De un momento a otro, millones de seres humanos se han visto desprovistos de su vida, empleo, vivienda, educación, salud, seguridad, alimentación, entre otros aspectos vitales. Esto les ha arrebatado el ejercicio pleno de sus derechos y libertades fundamentales al ensancharse y agudizarse las brechas sociales y económicas existentes y al crearse otras nuevas, intensificando con mayor frecuencia las demandas de mejora social, económica y ambiental dirigidas hacia los Estados y gobiernos.

Los grupos vulnerables han sido los más golpeados al asumir mayores cargas y reducirse sus derechos y bienestar; según el informe, los grupos más propensos a ser dejados atrás se enfrentan a un mundo con incertidumbres nuevas y complejas en el que la mayoría de éstas son dirigidas en su contra y se alimentan de las discriminaciones persistentes y las violaciones de los derechos humanos.

Con relación a nuestro continente, el secretario general de la OEA, Luis Almagro, ha manifestado que esta realidad ha sido conmovedoramente evidente durante los últimos dos años, cuando los efectos deslumbrantes de la pandemia fueron soportados de manera desproporcionada por aquellos que han sido privados de sus derechos a través de la discriminación histórica.

En forma concluyente, según el PNUD, la crisis pandémica y sus múltiples efectos han incidido en un fuerte retroceso en todos los indicadores del desarrollo humano en el 90% de los países del mundo, registrándose entre 2020 y 2022 un significativo decrecimiento en todos los indicadores que componen el Índice de Desarrollo Humano (IDH), pulverizando los avances que, en un quinquenio, consiguió la humanidad en su conjunto en cuanto a la mejora de las condiciones de vida de las personas y los pueblos.

BALANCE

Es necesario que los Estados y las instituciones de la comunidad internacional avancen hacia una “visión democrática del posmilenio” en sus acciones y políticas, que enfrenten los retos contemporáneos, tendiendo puentes de comunicación y acuerdos entre diversos, reduciendo la polarización paralizante de nuestros tiempos.

En este sentido, la “visión democrática del posmilenio” se orienta a que las políticas públicas prioricen las inversiones en el desarrollo humano, basado en la naturaleza y prepararnos para enfrentar las amenazas climáticas, que cada vez son más frecuentes en nuestra región.

Estamos viviendo tiempos inciertos. La vida humana está en juego. Frente a ello no podemos actuar de forma atomizada y tradicional. Es hora de innovar y transformar. El multilateralismo y el regionalismo serán fundamentales para afrontar la crisis, de ello dependerá que el mundo no se escape de nuestras manos y exista un porvenir digno para todas y todos.

*Secretario para el Fortalecimiento de la Democracia

Los puntos de vista son a título personal.

No representan la posición de la OEA.

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