Sin democracia no hay desarrollo
La pandemia ha evidenciado las debilidades de los sistemas de salud pública, los cuales se caracterizan por su débil financiamiento, insuficiente personal sanitario, inadecuada infraestructura y escasa provisión de insumos. Esto se evidencia en que el promedio regional de gasto público en salud ni siquiera alcanza el 6% del (PIB)
En marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró al covid-19 como una pandemia. 28 meses después de esa declaratoria, es importante hacer un balance de sus múltiples impactos en la región.
Con este propósito, la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), a finales de junio de 2022, publicó el informe: “Los impactos sociodemográficos de la pandemia de covid-19 en América Latina y el Caribe”, en el cual se presentan indicadores reveladores sobre la situación regional en diversos ámbitos.
En el ámbito sanitario, la CEPAL señala que la región ha sido la más afectada a nivel mundial respecto al derecho a salud, al concentrar el 15% de los contagios de covid-19 a nivel mundial, y el 28% de los decesos en el mundo por la misma causa; contabilizando, a la fecha, más de 73 millones de personas contagiadas y 1.7 millones de muertes a nivel regional.
Lo anterior ha incidido en la disminución de la esperanza de vida regional, la cual se ha reducido a causa de la mortalidad de la pandemia, pasando de 75 a 72 años, deteniendo una tendencia de disminución de la mortalidad y mejora de las condiciones de vida de la población regional que venía desde 1930.
La pandemia ha evidenciado las debilidades de los sistemas de salud pública, los cuales se caracterizan por su débil financiamiento, insuficiente personal sanitario, inadecuada infraestructura y escasa provisión de insumos. Esto se evidencia en que el promedio regional de gasto público en salud ni siquiera alcanza el 6% del (PIB).
Los indicadores sociales muestran un importante retroceso, a finales del 2021 la pobreza regional llegó al 32.1% de la población, representando a 201 millones de personas. En cuanto a la pobreza extrema, ya se suman más de 86 millones de personas, que representa al 13.8% de la población regional.
En cuanto a la educación, más de 165 millones de estudiantes se vieron afectados por el cierre de los centros educativos y las dificultades en el acceso a internet y medios tecnológicos, lo cual acrecentó las brechas de aprendizaje y desigualdad en la región.
Una consecuencia natural de los efectos brutales de la pandemia es la creciente migración dentro y fuera de América Latina. A diferencia de 2020, cuando varios países cerraron sus fronteras, en 2021 y 2022 los flujos migratorios se han reanudado significativamente.
La mayor diáspora regional se sigue concentrando en Venezuela por su colapso democrático. Según el comisionado de la OEA para migrantes y refugiados venezolanos, David Smolansky, la diáspora venezolana alcanza este 2022 6.2 millones de personas migrantes en todo el hemisferio, abandonando diariamente un promedio de 1,700 ciudadanos su país natal.
BALANCE
Sin democracia no existe desarrollo posible y viceversa. Los derechos humanos son interdependientes e indivisibles, por ello su abordaje, tutela y garantía no puede realizarse de forma individual y parcial. Es imperativo mantener el vínculo e interdependencia entre democracia y desarrollo económico, garantizando los parámetros y mecanismos democráticos en la adopción de las medidas para afrontar las consecuencias de la pandemia.
La generación de agendas y políticas públicas que aborden las problemáticas del futuro, demanda de espacios de deliberación democráticos, plurales y diversos. La democracia, en el origen como en el ejercicio del gobierno, es la única vía para llegar a acuerdos y consensos entre el Estado y la ciudadanía. Como lo ha mencionado Luis Almagro, secretario general de la OEA, el camino siempre será más democracia, más derechos, más igualdad, para más gente.
*Los puntos de vista son a título personal.
No representan la posición de la OEA
