Periodismo libre

Cuando se coarta al periodismo se causa un daño irreparable a la vida democrática de las personas. La carencia de estas libertades evidencia la existencia de un sociedad sometida y silenciada por regímenes autoritarios caracterizados por ejercer represión, criminalización y hostigamiento a la actividad periodística y la generación de un entorno que asfixia la libertad de prensa y de opinión

La vigencia de la libertad de expresión y el acceso público a la información son elementos esenciales de una sociedad libre y democrática. Las sociedades abiertas se construyen desde la diversidad y la pluralidad de pensamiento.

Como lo indica el secretario general de la OEA, Luis Almagro: “La libertad de expresión es uno de los derechos humanos más relevantes para poder construir y consolidar nuestros sistemas democráticos. La democracia es el ejercicio pleno de derechos políticos y civiles —como la libertad de expresión— todos los días y sin excepción”.

Cuando se coarta al periodismo se causa un daño irreparable a la vida democrática de las personas. La carencia de estas libertades evidencia la existencia de un sociedad sometida y silenciada por regímenes autoritarios caracterizados por ejercer represión, criminalización y hostigamiento a la actividad periodística y la generación de un entorno que asfixia la libertad de prensa y de opinión.

Para la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), el ejercicio periodístico en el hemisferio es amenazado, entre otras cosas, por: “La violencia en contra de los periodistas y de los medios y la proliferación de leyes y de proyectos que intentan controlar la actividad periodística, unidos a las presiones de parte de las autoridades”.

Varios organismos internacionales han reflexionado sobre el peligro que representa la desinformación como una herramienta de propaganda, herramienta que se utiliza para tratar de construir narrativas que beneficien ciertos objetivos políticos y electorales.

Como lo indica la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH): “Parece claro que la propagación deliberada de información falsa empobrece al debate público y hace más difícil a los ciudadanos ejercer su derecho a recibir información de diversas fuentes y al cabo es un obstáculo para participar de las decisiones democráticas”.

Frente al creciente autoritarismo y la desinformación en América Latina y sus amenazas a la libre opinión e información, se requiere de un periodismo profesional, independiente, ético, riguroso y comprometido con la verdad.

La autorregulación de los propios medios ha demostrado ser la mejor opción para el ejercicio libre del periodismo. Por el contrario, las pretensiones de regular a conductores de noticias, editorialistas y empresas privadas reflejan siempre una pretensión autoritaria que busca silenciar e intimidar a las voces críticas, generando un efecto indeseado de autocensura.

Existen importantes precedentes internacionales en materia de libertad de expresión que sugieren que un modelo de autorregulación hace que el ejercicio de un periodismo libre se consolide sin la intervención de pesadas burocracias que sólo pretenden cercenar el ejercicio de derechos fundamentales.

BALANCE

El buen periodismo, íntegro y profesional, requiere de libertad, no de tutelas, trabas o cortapisas que coarten su ejercicio. El periodismo es necesario para mantener una sociedad democrática. Una comunidad donde existan corrientes críticas y analíticas que alimenten el debate público, vigilen el ejercicio público y que puedan libremente denunciar la arbitrariedad, los abusos del poder y el autoritarismo.

Es fundamental seguir batallando por un periodismo libre, sin tutelas del poder público. La fatídica experiencia de periodistas cubanos, nicaragüenses y venezolanos es una amarga lección de las peores prácticas diseñadas desde las dictaduras para poner de rodillas a la libertad de expresión. Combatir ese tipo de estrategias debe ser un deber de todos los demócratas de la región. Luchemos siempre por un periodismo libre y sin ataduras.

*Los puntos de vista son a título personal.

No representan la posición de la OEA

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