La hora del periodismo
Francisco Guerrero Aguirre
Son tiempos oscuros. Lentamente vamos saliendo de la pandemia, en medio de tambores de guerra y acciones hostiles y violentas. La incertidumbre económica y las consecuencias funestas por un conflicto bélico se suman a la erosión del Estado de derecho y el debilitamiento institucional. La zozobra por el futuro acompaña al planeta en una era llena de mentiras y desinformación.
Ante este escenario lleno de trampas y de amenazas, contar con un periodismo valiente y profesional es crucial para poder disponer de información genuina y verificable que nos ayude a desentrañar las interrogantes y prevenir los peligros que acechan a nuestras democracias.
La información tiene una función de verificación democrática, al garantizar que quienes han sido elegidos para gobernar y hacer las leyes, mantengan su compromiso, cumplan con sus promesas y rindan cuentas a quienes los votaron.
En ese sentido, los medios de comunicación juegan un papel estratégico en las democracias y de allí la importancia de la calidad de la información. Información relevante, veraz, fáctica y sustentada es directamente proporcional a la calidad de la democracia. No existen sistemas democráticos sin medios de comunicación libres e independientes, y no existen medios libres en las dictaduras.
El periodismo autónomo, independiente y objetivo asegura que el público cuente con información equilibrada, con un enfoque que permita a los ciudadanos reflexionar y les permita sumarse al debate público. La propaganda, disfrazada de periodismo, da pauta a la desconfianza y es el caldo de cultivo perfecto para ocultar la verdad y defender los privilegios.
Zelizer, Boczkowski y Anderson plantean, en su recién publicado libro, El manifiesto del periodismo, cómo el cambio de las corrientes políticas y sociales, así como el desarrollo vertiginoso de las tecnologías de la información y la comunicación han producido cambios dramáticos en la manera de hacer periodismo y producir información.
Además de las tendencias destructivas y complejos retos a los que nos enfrentamos diariamente, como las noticias falsas, la desinformación, y la falta de confianza de la ciudadanía en las instituciones, atributos del buen periodismo como la autonomía e independencia y los principios de veracidad e imparcialidad también se encuentran al acecho de intereses de maquinarias económicas y políticas.
Los autores de El manifiesto del periodismo aseguran que el surgimiento y la presencia omnipresente de las redes sociales en el panorama comunicativo de la sociedad contemporánea ha puesto en aprietos a las empresas tradicionales de noticias, generando serias dudas sobre el papel del periodismo como “último guardián”.
BALANCE
Bien lo señala la Guía para garantizar la libertad de expresión frente a la desinformación deliberada en contextos electorales publicada por la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la CIDH, “resulta importante que los medios de comunicación y periodistas recuerden el rol que les toca cumplir en una sociedad democrática de canalizadores privilegiados del debate público”, lo cual marca el camino a prácticas necesarias para el buen ejercicio del periodismo como la contrastación de fuentes, la investigación, la independencia editorial y la objetividad.
Es la hora del periodismo. Es la hora de la inclusión, la imparcialidad y la veracidad. Ante el regreso de las prácticas autoritarias más anejas y deplorables, la democracia sólo puede persistir a través del ejercicio libre y valiente de periodistas independientes capaces de desmontar las mentiras persistentes que producen los tiranos y los autócratas.
* Los puntos de vista son a título personal.
No representan la posición de la OEA
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