La crisis de los partidos
Como lo indica Yanina Welp: “Esto ocurre porque en las democracias del siglo XXI, los partidos enfrentan incentivos perversos que los orientan a buscar el poder a costa de atacar a sus adversarios convertidos en enemigos. En campaña, la disputa se aborda como si se tratara de un campo de batalla en el cual la misma supervivencia de la nación […] estuviera en juego”
Los partidos políticos constituyen uno de los elementos esenciales de la democracia representativa, son parte de la pluralidad política e ideológica de toda sociedad. Las organizaciones políticas son el instrumento constitucional, institucional y legal para participar en los procesos electorales, el medio para acceder al poder público o para ejercer una oposición democrática.
No obstante, los partidos políticos atraviesan una grave crisis de legitimidad y representación. En los últimos años, la acción política partidaria ha sido parte del desencanto ciudadano hacia la democracia, perjudicando el sistema democrático y su sustentabilidad.
Esta crisis se profundiza por escenarios de virulencia, polarización y fanatismo político. Los partidos, en muchos casos, han preferido ubicarse en extremos irreconciliables, enemistando la política y cuidando sus “intereses electorales” sin dar soluciones reales a las necesidades y aspiraciones de la gente.
Como lo indica Yanina Welp: “Esto ocurre porque en las democracias del siglo XXI, los partidos enfrentan incentivos perversos que los orientan a buscar el poder a costa de atacar a sus adversarios convertidos en enemigos. En campaña, la disputa se aborda como si se tratara de un campo de batalla en el cual la misma supervivencia de la nación o de los valores democráticos estuviera en juego. Una vez en el gobierno, las oposiciones tienen pocos incentivos para cogobernar o acompañar la gestión, y muchos más para erosionarla y así crear las bases para su posterior acceso al poder”.
Esta significativa erosión de los partidos políticos en la región se evidencia en datos del informe de Latinobarómetro 2021. Las instituciones peor evaluadas de las democracias latinoamericanas son los partidos políticos, el informe indicó que apenas 13% de los latinoamericanos confía en ellos.
Otro indicador importante que refleja esta crisis de representatividad es el Índice de Democracia 2021 del semanario inglés The Economist, el cual concluyó que América Latina vive un retroceso democrático importante y su nota regional más baja es en el indicador de elecciones y pluralismo político, al situarse el promedio regional en 7.35 puntos sobre 10, existiendo países cuyo su puntaje es mucho menor al promedio regional, debido a que los partidos políticos se muestran carentes de estructuras sólidas y firmes que sustenten su trabajo.
Frente a esto, el efecto natural es que la ciudadanía busque nuevas y variadas formas de participación al margen de los partidos, a través del establecimiento de mecanismos comunitarios o vecinales para gestionar problemas locales o la formación de grupos para impulsar propuestas específicas de determinados sectores.
BALANCE
La solución a la crisis de los partidos no es simple ni única. Se debe empezar por transparentar los procesos de afiliación y adhesión, fortalecer los procesos de democracia interna y trabajar en procesos de formación política.
Como lo destaca el secretario general de la OEA, Luis Almagro: “Las soluciones que precisa la gente siguen siendo educación, salud, vivienda, empleo, salario digno, las capacidades de conseguir un empleo conforme a las capacidades profesionales. Atender a los diferentes grupos etarios, cerrar las brechas tecnológicas y generacionales que existen”.
Renovar o reinventar los partidos políticos no es una tarea simple e inmediata, pero de ella depende la vigencia de una sociedad democrática. La crisis partidaria no es un problema exclusivo de los políticos, es de toda la sociedad en su conjunto; sin partidos políticos no existe democracia posible.
*Los puntos de vista son a título personal.
No representan la posición de la OEA
