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Hybris

Francisco Guerrero Aguirre

Francisco Guerrero Aguirre

Punto de equilibrio

En 2008, el médico y político británico Lord David Owen publicó: En el poder y en la enfermedad: enfermedades de jefes de Estado y de Gobierno en los últimos 100 años. Esta espectacular obra compila enfermedades físicas sufridas por políticos a través de la historia, haciendo una descripción del perfil sicológico de esos mandatarios.

Owen, autor de más de una docena de libros y cientos de artículos, logra combinar su formación de médico y su condición de un importante político, para referir, desde su perspectiva, lo que él considera la enfermedad del poder: el síndrome de hybris.

Este libro se complementa con el artículo escrito de forma conjunta, en el año 2009, entre David Owen y el profesor Jonathan Davidson, publicado en la revista Brain, Journal of Neurology con el título Hubris Syndrome: an acquired personality disorder? Los dos autores sostienen la tesis de que el Síndrome de Hybris es el lado oscuro del liderazgo.
Es la borrachera de ego que sufren hasta los más inteligentes.

Dicho síndrome no se trata de una “enfermedad de la persona”. Es una “enfermedad del poder”.  Quienes la padecen actúan de manera dogmática y endiosada, persistiendo en el error y en la incapacidad de cambiar de rumbo.

El autor identifica historias de más de treinta personajes que dejaron su huella durante el siglo XX. Estadistas como Winston Churchill, Margaret Thatcher o Francois Mitterrand. Dictadores o caudillos como Benito Mussolini, Josef Stalin, Adolf Hitler o Francisco Franco. Presidentes, que van desde Theodore Roosevelt a George W. Bush, pasando por Franklin D. Roosevelt, Harry S. Truman y John F. Kennedy. No incluye en su obra ningún caso latinoamericano.

El síndrome de hybris se presenta regularmente después de un gran triunfo electoral, una guerra o un desastre financiero. Es necesario que se presenten tres o cuatro síntomas de la siguiente lista provisional para que pueda considerarse el diagnóstico del síndrome de hybris:
 

1) Inclinación narcisista a ver el mundo como un lugar de autoglorificación a través del ejercicio del poder.

2) Tendencia a emprender acciones que exaltan la propia personalidad.

3) Preocupación desproporcionada por la imagen y la manera de presentarse.

4) Forma mesiánica de hablar de lo que están haciendo y una tendencia a la exaltación.

5) Identificación de sí mismos con el Estado.

6) Tendencia a hablar de sí mismos, utilizan el plural mayestático “nosotros”.

7) Excesiva confianza en el juicio propio y desprecio del consejo y la crítica ajena.

8) Sentimiento de omnipotencia.

9) Presumen que sólo pueden ser juzgados por Dios o por la historia.

10) Creencia inamovible de que en ese tribunal (Dios o la historia) serán justificados.

11) Inquietud, irreflexión e impulsividad.

12) Pérdida de contacto con la realidad, progresivo aislamiento.

13) Una obstinada negativa a cambiar de rumbo.

14) Incompetencia en la ejecución política.

 

Robert Skidelsky, el gran biógrafo de Keynes, agrega otra peculiaridad: la creencia de que son indispensables. Dentro de las mejores críticas al libro de Owen, está la citada por Tomás Domínguez, quien menciona: “El poder transforma a quienes lo ejercen y generalmente los torna solitarios y los aleja de la realidad o de la sociedad a la que representan. Lo grave sucede cuando el disfraz se convierte en mentira y esta se vuelve sistemática. Entonces se habla ya de desmesura o embriaguez del poder”.

 

Balance

Como ha señalado con razón la historiadora Barbara Tuchman, ganadora del premio Pulitzer, somos menos conscientes de que el poder genera locura, de que el poder de mando impide a menudo pensar, de que la responsabilidad del poder se desvanece conforme aumenta su ejercicio.
El mejor antídoto para aminorar el síndrome de Hybris es una sociedad informada, empoderada, que conozca sus derechos y reclame una rendición de cuentas permanente de sus gobernantes. Es crucial exigir humildad y solidaridad de los que tienen el privilegio de gobernar. Al final todos somos humanos. Sin excepción.

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