Almagro y la democracia

Al aferrarse a los principios de la Carta Democrática, el secretario general de la OEA ha honrado el compromiso de promover la democracia en todo el continente

Desde su llegada a la Secretaría General de la OEA, hace 8 años, Luis Almagro ha revitalizado el mandato aprobado por los Estados Miembros, que reconoce que: “la democracia representativa es indispensable para la estabilidad, la paz y el desarrollo de la región y que uno de los propósitos de la OEA es promover y consolidar la democracia representativa dentro del principio de no intervención”.

A más de 21 años de su suscripción unánime en Lima, Perú, la Carta Democrática Interamericana ha sido la guía para la gestión de Almagro desde su llegada a la OEA el 26 de mayo de 2015.

A invitación del propio Almagro, desde el 10 de junio del mismo año, me incorporé a su equipo de trabajo como secretario de Asuntos Políticos, cartera que se transformaría más adelante en la Secretaría de Fortalecimiento de la Democracia, cargo que actualmente ocupo.

Durante estos 8 años he podido ser testigo de la férrea voluntad de Almagro para hacer realidad, a pesar de los obstáculos y resistencias, el objetivo central de la Carta Democrática: que la democracia tutele el respeto de los derechos humanos; el acceso al poder y su ejercicio con sujeción al Estado de derecho; la celebración de elecciones libres y la separación e independencia de los poderes públicos. 

Se dice fácil, pero vivir en democracia es un reto mayúsculo para las sociedades del continente. Desde que comenzó su gestión, múltiples voces le pedían a Almagro “tolerancia” hacia los usos y costumbres de los regímenes autoritarios.

Sin embargo, Almagro optó por el camino más escarpado. De la mano de la Carta Democrática, el diplomático uruguayo decidió no “voltear hacia el otro lado”, negándose a ser cómplice de los abusos y excesos de las dictaduras.

Acompañado por una mayoría valiente de naciones democráticas del continente, Almagro ha denunciado de manera sistemática las violaciones flagrantes a los derechos humanos en Cuba, Nicaragua y Venezuela.

Almagro entendió que “normalizar” las conductas de déspotas y tiranos era una ruta falsa en la que no caben justificaciones ideológicas o intereses políticos.

Al aferrarse a los principios de la Carta Democrática, el secretario general de la OEA ha honrado el compromiso adquirido ante los Estados Miembros, que consiste en promover la democracia en todo el continente.

Desde nuestra trinchera, gracias al trabajo serio y profesional del Departamento de Cooperación y Observación  Electoral, durante la gestión de Almagro se han llevado a cabo 86 Misiones de Observación Electoral.

Es importante recordar que el propio artículo 23 de la Carta Democrática señala que: “los Estados Miembros son los responsables de organizar, llevar a cabo y garantizar procesos electorales libres y justos”.

En esa tesitura, las Misiones de Observación se realizan de conformidad con los principios y normas de la OEA. En este camino, Almagro ha sido respetuoso de la autonomía de las Misiones.  Eso ha contribuido al rigor técnico y profesional del trabajo de l@s observador@s.

  • BALANCE

Como diría Diógenes: el movimiento se demuestra andando. Almagro ha demostrado que es un demócrata. A pesar del delicado estado de la democracia en el continente y en el mundo, bajo su liderazgo, la OEA ha renunciado a tener un papel ceremonial para transformarse, en los hechos, como el foro político más importante de la región.

En un contexto envenenado por la pandemia, la guerra en Ucrania y la inestabilidad financiera, la diplomacia del siglo XXI tiene que ir más allá de la retórica tradicional y consolidarse como un mecanismo efectivo de la defensa de la democracia y los derechos humanos. Así lo entiende Almagro. De eso, puedo dar testimonio.

* Los puntos de vista son a título personal.

No representan la posición de la OEA

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