52ª Asamblea General de la OEA

Es el momento de integrar plenamente a la agenda de nuestros Estados y organismos regionales a los grupos históricamente apartados de las agendas públicas.

La semana pasada concluyó en Lima, Perú, la 52ª Asamblea General de la Organización de Estados Americanos, bajo el lema Juntos contra la desigualdad y la discriminación. Fue la primera Asamblea General de la OEA realizada de forma presencial, luego de más de dos años y medio desde que inició la pandemia por covid-19, en la cual se debatieron 20 temas de interés regional, se aprobaron 14 resoluciones, y se formalizaron cuatro declaraciones de importancia continental.

Entre las resoluciones de la Asamblea General se exigió al régimen nicaragüense de Ortega-Murillo que cese toda acción de acoso en contra de su pueblo y del periodismo, restaure el Estado de derecho y las libertades religiosas, libere a sus presos políticos y que cumpla con sus obligaciones internacionales en materia de derechos humanos. De igual manera, se respaldó el proceso de paz en Colombia y se condenó la violencia política en Argentina.

El centro del debate y la reflexión de la asamblea hemisférica fue la desigualdad reinante y la discriminación, como problemas comunes y estructurales en todos los Estados de la región.

Nuestra región tiene la obligación de ejecutar acciones colectivas y coordinadas que reduzcan de forma significativa las profundas brechas sociales, económicas, culturales y digitales existentes, con especial énfasis en garantizar la seguridad alimentaria de todo el continente, combatir la pobreza y eliminar toda forma de discriminación y exclusión.

Los representantes de todos los países coincidieron que la persistencia de la desigualdad y la discriminación en las Américas, es la principal amenaza para la vigencia y desarrollo de las sociedades democráticas, las cuales rompen el tejido social y erosionan las instituciones democráticas.

Es urgente e impostergable priorizar en las agendas públicas para la atención prioritaria de sectores vulnerables de la población, las cuales propicien la autonomía y empoderamiento de las mujeres y de los grupos tradicionalmente excluidos de las estructuras de poder.

En este sentido, deben resaltarse las resoluciones de la Asamblea General respecto al liderazgo de las mujeres para el avance de la igualdad de género y la democracia en las Américas, por ejemplo, las tituladas: La recuperación y fortalecimiento de sistemas de salud inclusivos y resilientes y La situación de la seguridad alimentaria y nutricional en las Américas

BALANCE

Como lo mencionó el secretario General de la OEA, Luis Almagro: “Lo tenemos que hacer mejor que nadie, no podemos seguir atrás, le debemos desarrollo a nuestra gente y le debemos el derecho a vivir tranquilos, el derecho a vivir seguros, que nuestras acciones den las respuestas efectivas a nuestra gente”.

Es el momento de integrar plenamente a la agenda de nuestros Estados y organismos regionales a los grupos históricamente apartados de las agendas públicas. El desarrollo, la equidad, la justicia social y la inclusión se alcanzan dentro de sociedades plenamente democráticas.

Es hora de que América Latina y el Caribe deje de ser sinónimo de desigualdad e inequidad en el mundo; encarar este reto demanda de democracias equitativas, incluyentes y resilientes, con altas dosis de solidaridad y cooperación regional.

La mayor riqueza de nuestros pueblos está en su diversidad y en su capacidad de resiliencia ante las crisis, nuestras democracias deben fortalecerse para construir sociedades auténticamente plurales, diversas y justas. La democracia que queremos exige justicia, libertad, derechos y compromiso para su consolidación y desarrollo en las décadas por venir.

*Secretario para el Fortalecimiento de la Democracia

Los puntos de vista son a título personal.

No representan la posición de la OEA.

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