2023: “doble trampa”
Hace unos días, la Comisión Económica para América Latina CEPAL publicó su último informe: Panorama Social de América Latina y el Caribe 2023. El estudio reconoce que si bien la Organización Mundial de la Salud OMS, en mayo del 2023, declaró el fin de la ...
Hace unos días, la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) publicó su último informe: Panorama Social de América Latina y el Caribe 2023. El estudio reconoce que si bien la Organización Mundial de la Salud (OMS), en mayo del 2023, declaró el fin de la emergencia sanitaria provocada por el covid-19, la región seguirá enfrentando un panorama de crisis y creciente desigualdad durante los siguientes años.
Como lo indica el informe, el empleo es la llave maestra para enfrentar la desigualdad y fortalecer la movilidad y la cohesión social, al tiempo que cumple un rol fundamental en el desarrollo de las personas.
El panorama económico regional es complejo, vivimos una crisis del mercado laboral en “cámara lenta”, profundizada por las crisis en cascada desde 2020, con la pandemia, la espiral inflacionaria y la desaceleración económica.
El futuro luce sombrío. El crecimiento de la región apenas alcanzará 1.7% en este 2023, mientras que para 2024 se proyecta un crecimiento aún más bajo con 1.5%; atrás quedaron las altas tasas de crecimiento de 6.1% en 2021 y de 3% en 2022.
Por desgracia, la economía regional mantiene, desde 2014, una tendencia de mínimo crecimiento, alcanzando apenas un incremento de 0.8% anual. Esto ha generado círculos viciosos acumulativos que nos han llevado a una “doble trampa”; por un lado, altos niveles de desigualdad; y, por otro, bajo crecimiento económico.
Esta tendencia sigue afectando mayoritariamente a los grupos vulnerables, mantiene las desigualdades que afectan a mujeres, jóvenes, adultos mayores, personas con discapacidad y población afrodescendiente e indígena, entre otras.
Este complejo panorama se visualiza en la tasa del empleo informal, la cual supera 50% en promedio. De los 314 millones de personas que conforman la población económicamente activa de la región, la mitad laboran en empleos con bajos salarios, carentes de protección legal y sin acceso a la seguridad social.
La informalidad laboral afecta a más de la mitad de l@s trabajador@s de América Latina y el Caribe, configurándose como un fenómeno estructural de los mercados de trabajo de la región.
A nivel social y político este contexto repercute en la imposibilidad de cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030, en especial la reducción de la pobreza y de las brechas laborales.
Esta tendencia se proyecta negativamente en la generación de condiciones cada vez más complejas para una gobernabilidad democrática efectiva. A causa de la incertidumbre se acelera la pérdida de la confianza ciudadana en la democracia y las instituciones, y la consiguiente movilización social.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) señala que la incertidumbre estimula una polarización política cada vez más tóxica y peligrosa.
En una región tan desigual, es indispensable que los gobiernos, los sectores productivos y la sociedad civil asuman una agenda común en torno al trabajo y al empleo, situándolo como un elemento fundamental para reducir las brechas existentes.
BALANCE
Como lo ha señalado el secretario general de la OEA, Luis Almagro: “debemos ser más efectivos en la lucha contra la pobreza, tenemos que generar más riqueza, los pueblos no pueden salir adelante en sistemas en los cuales se redistribuye la miseria”.
Para superar la “doble trampa” de la desigualdad y el bajo crecimiento, la democracia debe recuperar su sentido original, llevando al gobierno a personas responsables capaces de entregar buenos resultados en condiciones cada vez más complejas.
Este artículo se toma vacaciones. Regresará el 16 de enero. Felices fiestas.
*Los puntos de vista son a título personal.
No representan la posición de la OEA
