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AMLOLandia

Francisco Garfias

Francisco Garfias

Arsenal

En la fiesta para celebrar un año de su victoria, AMLO nos quedó a deber. Prometió que iba a demostrar con “datos duros” que hay empleo, inversión, confianza, desarrollo y bienestar en el país.

El Presidente lo hizo, sí, pero con sus propios datos.

Lo cierto es que el “bailongo” en el Zócalo coincidió con la nueva baja de las expectativas de crecimiento que dio a conocer el Banco de México para 2019: de 1.32 a 1.13 por ciento. El Presidente, no hay duda, ya perdió una apuesta importante que hizo. Dijo que este año la economía va a crecer al 2% y el que entra a 3%. Los expertos del Banco de México vaticinan que en 2020 vamos a crecer sólo 1.66 por ciento.

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*Los “logros” de la 4T fueron presumidos ante fans concentrados en el Zócalo. Los esparció AMLO durante 89 minutos y 45 segundos. El discurso duró noventa.

Sólo ocupó 15 segundos para reconocer que hay que mejorar el sistema de salud, que el crecimiento es insuficiente y que los niveles de violencia son similares a los que heredó de regímenes anteriores.

Las palabras que siguen sintetizan el tono de su discurso: “Posiblemente nunca, al inicio de un gobierno, se había hecho tanto”.

O estas otras: “El peso es la moneda que más se ha fortalecido en el mundo”.

Dice que ya cumplió 78 de los 100 compromisos que asumió en su primer año de gobierno.

AMLOLANDIA.

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*Hay algo que le reconocemos al Presidente. Ha concentrado sus acciones en los olvidados. Imposible regatearlo. Les va mejor a los ninis, a los viejitos, a los discapacitados, a los jornaleros agrícolas y a los centroamericanos. Hay avances en la reducción de desigualdades. Es cierto también que por primera vez subió el salario mínimo 16 por ciento.

Pero nada dijo de la crisis de salud provocada por la austeridad republicana que provocó la renuncia de Germán Martínez al IMSS, y que ha dejado con pocos recursos a la tecnología, la cultura y los deportes.

Lo allí ahorrado ha ido a dar a los programas socio-electorales de AMLO y al rescate de Pemex.

Ni siquiera tuvo palabras de consuelo para las familias de los 11 mil 144 burócratas  —y contando— que oficialmente fueron despedidos por ser “de confianza”.

Tuvo cuidado, eso también, de no hablar del 27% en la caída de la construcción de vivienda en los primeros cuatro meses del año (datos del Inegi) y de las decenas de miles de albañiles que están parados.

Negó con vehemencia la caída de 88% en la creación de empleos que reportó el IMSS para mayo. Dijo que sumados los 300 mil empleos formales creados ese mes, suman más de un millón las personas que han salido del desempleo durante su gobierno.

No faltaron promesas que están fuera de su alcance como “arrancar al régimen corrupto este año” o prometer que, antes de fin de mes, se inicia la construcción de Santa Lucía.

No parece importarle mucho el hecho de que existan suspensiones definitiva derivadas de la “lluvia de amparos” y el “sabotaje legal” de sus adversarios a la construcción de ese aeropuerto.

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* Ayer quedó comprobado que ni el Presidente ni su equipo son republicanos. Irma Eréndira Sandoval, titular de la Función Pública, se reunió ayer con los senadores de Morena y les tiró línea sobre austeridad, según los opositores.

Lo curioso es que, cuando salieron de ese cónclave, los guindas desconocieron los compromisos asumidos con la oposición la semana pasada en la Ley de Austeridad.

Los morenos y sus aliados aprobaron, solos, en comisiones, el dictamen de esa Ley que prohíbe a cualquier funcionario público que renuncie trabajar en la IP durante los cinco años posteriores. ¿Y el derecho al trabajo?

Otra diferencia con los opositores son los sujetos obligados de la Ley de Austeridad. Morena se aferró a incluir a los integrantes de los órganos autónomos: INE, Inai, CRE… Al cierre de la columna, seguían las discusiones sobre el tema.

 

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