“¡Al carajo con ese cuento!”

Fue casi hora y media de recuento de sus logros en una plaza repleta, que era suya de antemano. 84 minutos de vivas al “pueblo”, de optimismo sin fundamento, de elogio a los militares, de “primero los pobres”, de vaticinar que la Cuarta Transformación ya es “irreversible”.

Pero, también de advertencias a congresistas de Estados Unidos, de exhibirlos si no votan el plan del presidente Biden, de legalizar 11 millones de migrantes “sin papeles” de origen mexicano.

No podían faltar las descalificaciones a los que piensan diferente: intelectuales orgánicos, “periodistas vendidos”, neoliberales retrógradas, a “los de arriba”:

“Decían que si llovía fuerte arriba, goteaba hacia abajo, como si la riqueza fuese permeable o contagiosa: ¡que se vayan al carajo con ese cuento!”.

Lo dedicó a agradecer el respaldo de las Fuerzas Armadas, a las que calificó de “pueblo uniformado”, pero también a desmentir la “militarización” del país. 

“Las acusaciones de que estamos militarizando al país carecen de toda lógica y de la más elemental buena fe. No se ha ordenado a las Fuerzas Armadas que le hagan la guerra a nadie.

“No se les ha pedido que vigilen u opriman a la sociedad, que violen las leyes, que coarten las libertades. Mucho menos que se involucren en acciones represivas.

“El vasto esfuerzo para construir la paz (¿?) se ha llevado a cabo sin violaciones a los derechos humanos, sin el involucramiento de las fuerzas federales en masacres, sin torturas, sin desapariciones forzadas y ejecuciones extrajudiciales, como ocurría antes.

“Ya no aplica el mátalos en caliente”, subrayó.

Y la plaza lo festejó con estruendo: ¡Pre-si-den-te! ¡Pre-si-den-te!

Ni una palabra para las familias de los más de 100 mil asesinados en lo que va de su sexenio o de las múltiples tareas civiles que ha asignado a los militares.

¿Para qué ensuciar la fiesta?

El senador Ricardo Monreal se las olió. No asistió a la AMLOfest. La víspera había confirmado su asistencia, a sabiendas de que no lo subirían al templete.

Pero cambió de opinión. Pretextó la comparecencia de Victoria Rodríguez, propuesta como gobernadora del Banco de México, para justificar su ausencia. “Ya no llegó”, dijo a los reporteros. ¿Se enteró de algo?

Querían mostrar músculo, dar testimonio del apoyo popular al Presidente. Llenaron el Zócalo. No le hace que haya sido necesario un acarreo masivo. La vanidad del líder importa más que las medidas sanitarias.

Por cierto, en Twitter circuló un video, que subió @MuySuFrida, en el que aparece el delegado de Morena en Veracruz, Esteban Ramírez, cuando pide a los alcaldes “agarren tantito de los ahorros” para llevar gente al Zócalo.

Y es que en los alrededores de la Plaza de la Constitución había un batallón de autobuses. Llegaron de todas partes de la República: Chiapas, Guerrero, Nayarit, Tamaulipas, Oaxaca, Veracruz, Tabasco...

Entre ellos José Artemio Maldonado Mejía, cabecilla de Pueblos Unidos, grupo con influencia en esta zona y Michoacán. No hay registro de acciones similares en México.

“Pareciera que estuviéramos imitando las prácticas de otros países en donde se daban este tipo de eventos”, alertó Julen Rementería, jefe de la bancada del PAN en el Senado.

Familiares, amigos y simpatizantes se darán cita a las 11:30 de la mañana para entregar un documento en el que denuncian las fallas en el debido proceso de la exsecretaria de Estado cometidas por el MP y el fiscal Gertz Manero.