Polarización y cooptación

El palo no es tan efectivo sin la zanahoria. Además, si el Ejecutivo quiere que salgan las reformas constitucionales que promueve para el trienio de la sucesión está obligado a romper el bloque opositor. Pero lo quiere hacer sin transigir ni negociar ni reducir la ...

El palo no es tan efectivo sin la zanahoria. Además, si el Ejecutivo quiere que salgan las reformas constitucionales que promueve para el trienio de la sucesión está obligado a romper el bloque opositor. Pero lo quiere hacer sin transigir ni negociar ni reducir la confrontación. Los disidentes seguirán siendo los villanos a quienes degradará moralmente cada mañana, pero abre la puerta del paraíso a quienes en lo individual decidan servirle.

No podría haber sido más claro el mensaje. Al menos dos gobernadores de oposición, en entidades donde ganó Morena, ya han son invitados por Andrés Manuel López Obrador para incorporarse a otro cargo público. Alto contraste con quienes no entraron al redil y sufren la amenaza explícita de persecución.

Recordemos que el propio Presidente recomendó llevar a cabo auditorías a los que están terminando su mandato. En realidad, eso se hace por ley y realizarlas es lo correcto, pero no es inocuo que el consejo venga de quien busca desaforar al gobernador de Tamaulipas e hizo aprobar una Ley de Juicio Político que pone a gobernantes y legisladores de oposición a merced de la mayoría oficialista en el Congreso.

En la contradicción se vislumbra la explicación. Hace poco despidieron al escritor Jorge F. Hernández como agregado cultural en España por cuestionar con humor los dichos de Marx Arriaga en contra de la lectura por placer y el propio López Obrador desautorizó la decisión de la Cancillería de suplirlo con la escritora Brenda Lozano, debido a que difundió memes satíricos de su gobierno en redes sociales, pues, a su parecer, eso significa que no comparte el proyecto. Y ante el embrollo, propuso nombrar, adivinaron, a una “mujer indígena”; recurre a la demagogia para tratar de ocultar su intolerancia.

Hay diferencia entre Estado y gobierno que el Presidente no entiende o le estorba. Por eso pretende que hasta la cultura que difundan las embajadas sea cuatroteísta, cualquier cosa que eso signifique, ya no digamos las relaciones exteriores del país. También, por lo mismo, su obsesión por someter a los otros poderes y órganos autónomos, así como su mal disimulado control de la fiscalía.

El contexto ideológico que premia la incondicionalidad de los funcionarios debe verse en relación a la estrategia política que insiste en polarizar como parte de una campaña electoral permanente. El faro guía del régimen es concentrar el poder más allá de la coyuntura, es decir, lograr hegemonía estructural, reduciendo a la oposición a su mínima expresión, marginándola de las decisiones y evitando así la alternancia en el gobierno. No estoy descubriendo el hilo negro, es la hoja de ruta de los populismos autoritarios e iliberales de distinto signo.

En ese sentido, ofrecer la Embajada de España al gobernador priista de Sinaloa, Quirino Ordaz, o el cargo que está pensando para el panista de Nayarit, Antonio Echevarría, no es muestra de apertura e inclusión, sino el pago de favores a quien se separa de la línea política de su partido para ayudarlo en su proyecto hegemónico. Y, muy importante, sirve de invitación a otros para que sigan el ejemplo y le den los votos que necesita en el Congreso para que pongan a la Constitución al servicio de su afán.

Así como en campaña promovió la purificación masiva de políticos del PRIAN para favorecer su triunfo, ahora lo hace para que le ayuden a mantener el poder. Es la cooptación de oportunistas seducidos por la continuidad de sus carreras a costa de apuntalar el retorno al presidencialismo autoritario, aunque el despotismo ignorante que padecemos esté causando daños mayores y comprometan el futuro del país.

Mientras tanto, se sigue usando la procuración de justicia para perseguir y amedrentar opositores. El caso de Ricardo Anaya dista mucho de ser el único y quieren sacarle jugo a las declaraciones que dio Emilio Lozoya a cambio de su libertad. Tan grave como lo anterior es la intención de convertir las concepciones del Presidente en ideología de Estado, preámbulo del pensamiento único. Para muestra el empecinamiento en poner la estatua de una mujer que aseguran es olmeca en lugar de la de Cristóbal Colón. La batalla por los símbolos merece otra columna.

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