La contienda continúa

El INEconfirmó su valía y confiabilidad y acaba de salvarse de la autoritaria tentación de desaparecerlo. No podemos decir que el Poder Legislativo recuperósu autonomía, pero sí que puso límitesa su dependencia respecto al Ejecutivo.

No va a haber respiro. La tensión entre la hegemonía caudillista, promovida desde el poder, y el pluralismo democrático que se le resiste, estará presente hasta la elección presidencial de 2024. Hubo cambios disímbolos en el tablero: más gubernaturas y menos diputados para Morena, la capital del país partida en dos, con un notable crecimiento del PAN y Nuevo León para MC; pero nada de eso alterará la ruta trazada por el gobernante en sus primeros tres años de gobierno, aunque da calma saber que ahora la Constitución requerirá de acuerdos más amplios para reformarse.

El presidente Andrés Manuel López Obrador no ha dejado de actuar como candidato en campaña y así seguirá. Aunque tiene prohibido hacer propaganda personalizada, a eso se dedica de tiempo completo; transgredió la obligación legal de mantenerse ajeno al proceso electoral, insistió en dar cuenta de las obras de gobierno y ni siquiera durante la veda en los días previos a la votación se contuvo. El objetivo es acumular poder y marginar a sus adversarios, de ahí que la intensidad de la lucha política sea permanente y sin tregua.

Tenemos en puerta una consulta para que los ciudadanos avalen que las autoridades cumplan con su obligación de investigar delitos pasados, la cual será usada desde el púlpito mañanero para denostar a sus adversarios, pues a pesar de que la SCJN cambió la pregunta hasta volverla intrincada e inocua, servirá como propaganda contra los expresidentes y sus partidos. Después de ello, el mandatario se avocará al procedimiento de refrendo de su mandato, establecido para marzo del próximo año. Si no siendo candidato se esmeró para ser el protagonista de la elección, imagínense lo que sucederá cuando sea el único en la boleta.

El avance de la oposición en la Cámara de Diputados y en las alcaldías de la CDMX es más importante que la cifra arrojada que, por cierto, no es cualquier cosa. El oficialismo perdió la mayoría calificada y la relación entre aliados se irá friccionando en la medida en que se vaya acercando la sucesión presidencial. El INE no sólo confirmó su valía y confiabilidad, también acaba de salvarse de la autoritaria tentación de desaparecerlo. No podemos decir que el Poder Legislativo recuperó su autonomía, pero sí que puso límites a su dependencia respecto al Ejecutivo. A la aplanadora ya no le va a alcanzar para hacer reformas constitucionales.

La derrota más importante de Morena se dio en la capital. Desde el año 2000 no se había visto tan dividida, con el agravante de la polarización exacerbada desde su corazón, el Centro Histórico de la ciudad, donde despacha el Presidente. Es verdad que fue el propio López Obrador el que recuperó la hegemonía del PRD, partido en el que entonces militaba, pero son condiciones distintas, sobre todo porque ahora no tiene a quién responsabilizar de los problemas y las peores secuelas de la crisis están por sentirse.

Sin embargo, tal y como lo adelanté, el principal logro opositor no es cuantitativo. Lo fundamental es que se articularon y le plantaron cara al régimen que se creía imbatible y cantaba su arrolladora victoria como un trámite contra los “moralmente derrotados”. No sin bajas, pero frenaron el avance del poder sin contrapesos y están en mejores condiciones para conformar un frente aun más amplio que el logrado con Va Por México. La clave estará en si lo aprovechan y son capaces de abrirse a la irrupción ciudadana que promovió el voto útil y quiere incidir desde ahora en la construcción de la alternativa al populismo iracundo que gobierna al país.

La crisis del sistema de partidos persiste, incluso se ha acentuado. Es tiempo de que se empiece a elaborar desde muy distintos ámbitos un proyecto político, económico y cultural que ofrezca un rumbo claro, viable y deseable a los mexicanos y que cuente con la legitimidad de la amplia participación social por parte de especialistas, activistas y expertos, de tal suerte que amplios sectores de la sociedad lo sientan y hagan suyo.

En 2021 los ciudadanos se decantaron sobre si se debía poner o no límites al renovado poder presidencial. En 2024 la definición será entre modelos de país… si la partidocracia lo permite.

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