El ocaso
Cualquiera que sea el desenlace del plan B y la conformación del INE, la puerta para cuestionar la legitimidad del proceso está abierta y la tensión subirá de tono
El ciclo del poder en México es implacable, pero sería un error subestimar sus alcances cuando va en declive. Los cálculos fallidos, controles debilitados y resistencias en aumento provocan intranquilidad en quien ha apostado todo para conservar la presidencia con la corcholata que destape. Los signos de desesperación son evidentes y cada vez se muestra con mayor frecuencia el temperamento irascible, tendiente al manotazo. De por sí sabemos que es dado a doblar la apuesta y actuar por arrebato.
Los 15 meses que faltan para las elecciones presidenciales serán de intensa confrontación y descomposición porque el régimen decidió contrariar al árbitro y las reglas del juego. Cualquiera que sea el desenlace del plan B y la conformación del INE, la puerta para cuestionar la legitimidad del proceso está abierta y la tensión subirá de tono en el marco de la polarización incentivada desde Palacio Nacional, la debilidad institucional y la precariedad de los puentes entre las diversas fuerzas.
Si el Presidente es el primero en violar la ley y usar recursos y facultades metaconstitucionales del cargo para favorecer a su partido, entonces el mensaje de “todo se vale” se extenderá a propios y extraños, prefigurando el conflicto postelectoral mucho antes de las votaciones. De eso parece ser consciente López Obrador, pues gusta de reiterar una frase que atribuye a sus paisanos: “Lo mejor es lo peor que se va a poner”.
Las amenazas e intimidaciones desde la conferencia mañanera están perdiendo efectividad y la respuesta ha sido subir el tono. Mientras el país celebra a Norma Piña por haber roto el techo de cristal al ser la primera mujer presidenta de la SCJN y salvaguardar la independencia judicial, ejerciendo la división de poderes, los ataques calumniosos y de tintes misóginos en su contra han arreciado. Pero, lejos de debilitarla, la inquina presidencial replicada por voceros del régimen y vuelta linchamiento en redes sociales ha generado una corriente de apoyo y solidaridad social sin precedentes a favor de la ministra. El tiro por la culata.
Ya se ve lejano el tiempo en que la voluntad presidencial blandía sus 30 millones de votos para alinear a los diversos actores y vencer cualquier resistencia. El desgaste se aceleró por la falta de resultados, la exposición excesiva y la irreprimible tendencia a la confrontación. Las clases medias que se volcaron a favor de López Obrador en 2018, ahora reprueban su gestión, lamentan las promesas incumplidas, rechazan la mentira como política de comunicación gubernamental y se movilizan para defender la democracia, las libertades y la Constitución amenazadas por la restauración autoritaria. El desengaño cunde, lo cual aumenta el miedo a la derrota en el oficialismo.
Un par de reporteras en la conferencia matutina de Palacio, plantearon la investigación que distintos medios hicieron sobre el espionaje que se realiza contra periodistas, activistas y opositores desde un órgano militar que no está establecido en el organigrama de la Sedena. La reacción frente al cuestionamiento respetuoso, articulado y sustentado con pruebas fue lamentable por belicosa, errática y amenazante, una actitud muy distinta a la que se espera de un jefe de Estado.
Cierto que no sorprende. Es un elemento central del estilo personal de gobernar que se ha ido agudizando, al grado de descalificar con injurias a quienes, en ejercicio de sus derechos, participaron en las mareas rosa y/o púrpura que inundaron las plazas del país. Por alguna razón decidió engancharse con congresistas radicales del partido republicano de EU, a quienes amenazó con realizar anticampañas en su contra, lo cual les da foco y relevancia, exponiendo a México en un terreno desfavorable, pues no hay manera de ocultar la violencia homicida de los cárteles ni la connivencia corrupta de autoridades. Eso generará un clima de presión para que Joe Biden endurezca su posición.
Para los griegos antiguos, la virtud política más importante era la sofrosine, es decir, templanza, serenidad y moderación. Lo que presenciamos es exceso, desmesura e incontinencia. Es necesario preguntarse a qué extremos se llegará en los momentos más álgidos de la competencia que se avecina.
