El fracaso
La inmensa mayoría de la gente está de acuerdo en que las instituciones cumplan con su responsabilidad, hagan cumplir la ley y haya reparación y justicia para las víctimas. Lo que se desconoce es lo que no se puso a consulta: las consecuencias concretas del previsible Sí.
Lo que mal empieza y mal continúa, mal acaba. La figura de la consulta popular se estrenó con un fallido ejercicio de propaganda, impuesto unilateralmente por el grupo en el poder para fijar su narrativa, satanizando al pasado con el linchamiento mediático de sus exponentes más emblemáticos. Por eso decidieron no darse por enterados de que la Suprema Corte había cambiado la pregunta, dejando fuera de la misma a los expresidentes. Pero el discurso justiciero con el evidente engaño no generó entusiasmo en la sociedad y la participación fue raquítica.
Andrés Manuel López Obrador no es alguien que cambie sus objetivos nomás porque le fallaron sus cálculos y el pueblo lo desaire. Aun sin legitimidad en la consulta, seguirá adelante con sus planes porque la polarización contra sus adversarios es parte fundamental de su ruta crítica para afianzar su poder y mantenerlo. Que le hallan faltado más de 30 millones de votos para que la consulta fuera vinculante no será obstáculo porque de ello culpa al INE y a la oposición y se sostendrá en lo que era previsible: “democracia participativa”, que dio un triunfo arrollador del Sí con un porcentaje de alrededor de 96%, tal y como ocurría en los plebiscitos que organizaba Saddam Husein.
Ahí está otro de los factores que desalentó el ejercicio: se sabía de antemano la opción que ganaría. La inmensa mayoría de la gente está de acuerdo en que las instituciones cumplan con su responsabilidad, hagan cumplir la ley y haya reparación y justicia para las víctimas.
Lo que se desconoce es lo que no se puso a consulta: las consecuencias concretas del previsible Sí. Es verdad que esperaba un cheque en blanco y éste resultó sin fondos, pero de cualquier manera seguirá adelante, machacando su discurso. Quiere tener al “pasado neoliberal” en el banquillo como telón de fondo del proceso de refrendo del mandato, erróneamente llamado “revocación”, que también será impulsado desde el poder. Y es que, aunque el Presidenta adelantó los tiempos de la sucesión, insiste en estar en campaña permanente como si el abanderado fuera a ser él.
Para investigar posibles delitos no se necesita el aval de una consulta, tampoco para crear comisiones de la verdad. Se despilfarraron 500 millones de pesos, se hizo propaganda engañosa involucrando a expresidentes desde el mismo Poder Ejecutivo, se violaron con descaro las normas de difusión de la consulta, se usó la televisión pública para alentar la estigmatización de los cinco antecesores del actual mandatario, se movilizaron las bases clientelares con los servidores de la nación y hubo casillas cuyos funcionarios parciales sin vigilancia rellenaron urnas, como se muestra en diversos videos que circulan en redes sociales, y con todo eso apenas votó 7% del padrón.
López Obrador quiere minimizar el rotundo fracaso, comparándolo tramposamente con ejercicios ciudadanos que no contaron con la organización del INE ni con la promoción del gobierno. Pero lo cierto es que quedó muy por debajo del mínimo requerido, según la legislación que fue modificada por la actual legislatura dominada por Morena. Se queja de que la consulta no es concurrente con las elecciones constitucionales, pero así era cuando se creó la figura y si cambió fue porque así lo decidió su mayoría.
La fallida consulta derrotó al unilateralismo. Todo el impulso, hasta forzar su realización, se dio por parte de una sola fuerza política con propósitos facciosos. Cuando ya era evidente que los ciudadanos desdeñarían el ejercicio, recurrieron a culpar a la oposición por no promoverlo, siendo que ésta en ningún momento fue tomada en cuenta y se le trató como objeto de escarnio de la propaganda engañosa. Se le busca identificar con el pasado y a éste con los males del país, aunque el actual gobierno ya lleva 32 meses en funciones. El Presidente se enoja hasta porque sus adversarios no le ayudan en la estrategia de vilipendiarlos todos los días.
El INE volvió a cumplir su trabajo, sin recursos adicionales y bajo el acoso de un gobierno empeñado en violar la ley. Frente a la embestida autoritaria que quiere que pague los platos rotos por el fracaso, es menester seguirlo defendiendo. La democracia en México depende de ello.
