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El aguafiestas

Fernando Belaunzarán

Fernando Belaunzarán

No cabe la ingenuidad. La diplomacia cultiva la prudencia y, cuando ésta se pierde, nadie piensa que el exabrupto es producto de inexperiencia o irreflexión. De dientes para fuera Estados Unidos podrá aceptar explicaciones y no escalar el diferendo, incluso buscar alguna salida a la petición si consideran que eso representa el mal menor, pero tomarán nota, sacarán sus conclusiones y actuarán en consecuencia con el tiento de salvaguardar sus intereses en una relación que les es estratégica. 

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, quedó en una situación incómoda. Por fuera de los canales diplomáticos, su contraparte mexicana lo emplazó públicamente a convocar a todos los países del continente a la Cumbre de las Américas que se realizará en Los Ángeles el mes que entra, cuando ya había trascendido que Cuba, Venezuela y Nicaragua no estaban en la lista de invitados por tratarse de dictaduras que violan sistemáticamente derechos humanos. 

 Peor aún, amagó con desairar el evento y mandar al canciller en su representación, si no se atiende favorablemente la demanda; posición que ha sido replicada por otros gobiernos ideológicamente afines a los regímenes excluidos. 

 El chantaje explícito de realizar un boicot suave que desangelaría la cumbre si no se acepta la condición que, de cumplirse, traería consecuencias electorales desfavorables para el Partido Demócrata, sobre todo en Florida, estado clave no sólo para la elección de representantes a fines de este año, sino también en la presidencial de 2024. Biden está en una encrucijada de la que no puede salir indemne. 

 Pase lo que pase, sea que ceda, así sea parcialmente o realice el evento con ausencias significativas, su liderazgo será cuestionado por los republicanos. 

No pasará desapercibido que el principal beneficiario interno del episodio es Donald Trump, quien piensa regresar a la Casa Blanca y cuya buena relación con el presidente mexicano –no obstante su elocuente hostilidad racista hacia la comunidad hispana y los migrantes que ingresan por el sur del río Bravo– es más que conocida, al grado que éste realizó su primer viaje internacional para apoyarlo en su campaña reeleccionista, fue de los últimos mandatarios en reconocer el triunfo de su contrincante en 2020 y minimizó que se jactara de haberlo doblado “como nunca antes había visto”, al poner militares a perseguir la migración indocumentada y recibir a decenas de miles de solicitantes de asilo. Y en el mismo sentido apunta la renuencia a asistir de Jair Bolsonaro, el populista de derecha brasileño que abiertamente se identifica con Trump. 

 Tampoco creerán que fue casualidad que el presidente López Obrador haya anunciado su decisión de ausentarse de la cumbre, en caso de no cumplirse su petición y que otros países del mismo bloque ideológico lo hayan secundado después de regresar de su viaje a Cuba, donde fue condecorado con la misma presea que recibieron Hugo Chávez y Vladimir Putin. Y es que, además, el lance se da a favor de quienes han reiterado su simpatía por Rusia aun después de la invasión a Ucrania. Por cierto, mucho se ha escrito del apoyo que recibió Trump del régimen ruso para ser electo presidente y son conocidas sus afinidades con Putin. 

Es difícil tomar en serio el llamado a la fraternidad de quien manda “al carajo” a quienes disienten de él en su propio país. La controvertida importación de 500 médicos cubanos responde menos a las necesidades sanitarias del país que a la ayuda financiera que le urge al régimen de la isla. No se sabe si cumplirán los requisitos legales para comprobar sus conocimientos, resulta inadmisible la explotación laboral a la que son sometidos y sería irresponsable exponerlos a la inseguridad por la que pasantes y médicos mexicanos han rehuido servir en algunos sitios apartados. 

Es conocido que, a cambio de ayuda económica, Cuba contribuye a la permanencia de sus aliados en el poder. Por eso también levanta cejas que los secretarios de Defensa y de Marina hayan acompañado a López Obrador en su visita y genera suspicacias el papel político que pudieran desempeñar los presuntos médicos. En cualquier caso, alguien salió del clóset bolivariano. Están por verse las consecuencias. 

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