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No, Presidente

Federico Reyes Heroles

Federico Reyes Heroles

Sextante

¿Anécdota? No, fondo y quedará como un retrato puntual de la pequeñez que merodea. Razones para decirle no al Presidente, abundan. Pero falta definición, dignidad y carácter. No hubiera sido la primera vez. Cuando ha ocurrido, decirle no al Presidente, ha ayudado al país. Cediendo, callando, dañan a México.

No, porque el titular del ejecutivo no puede disponer de los bienes públicos como si fueran suyos. No, porque existen normatividades muy precisas para la enajenación de los mismos. No, porque el bien en cuestión, el avión, no es, por ahora, propiedad federal. No, porque rifarlo era ilegal y poner una cantidad detrás de la imagen del avión es un engaño.

No, Presidente, porque la Ley General de Responsabilidades Administrativas, en su artículo noveno, establece los criterios para evitar un conflicto de interés. No, porque usted dijo, en varias ocasiones, que la mayor corrupción de México provenía del contubernio entre empresarios y el gobierno y que por ello había que separar esos ámbitos. Comparó esa separación con la juarista entre el Estado y la Iglesia.  Así de relevante. No, Presidente, porque el cheque entregado por el fiscal debió ser devuelto al Infonavit, porque ese dinero, parcialmente, es de los trabajadores cotizantes. No, Presidente, porque el problema de abasto de medicinas no se resuelve así, con aportaciones de una sola vez. No, porque los recortes en salud en el 2019 fueron equivalentes a la cifra que se podría recaudar. Mejor asignen el presupuesto adecuado a equipo médico y medicinas. No, Presidente, porque parecería que nosotros le hacemos un favor para que usted nos haga otros. No, porque las aportaciones no van a generar un solo empleo y nuestra misión es esa.

Sin inversión no habrá crecimiento, tampoco recaudación y usted no tendrá para las medicinas. No, porque en el pasado –con Vamos México– tuvimos que cortar recursos a organizaciones filantrópicas que ayudan a los mexicanos más pobres para satisfacer aquel capricho. No, porque, jurídicamente, una aportación de esos montos debería de pasar por los consejos de administración. De no ser así, infringiríamos varias normatividades, sobre todo las empresas listadas en bolsa. No, porque si fueran aportaciones personales, se establecería de nuevo un vínculo perverso en el que usted nos debería un favor. Sería público y todo mundo pensaría que o nos van a llover contratos o nos van a perdonar adeudos fiscales. No, Presidente, porque van a imaginar que tenemos cola que nos pisen y que acudimos por miedo. No, Presidente, porque 200 empresarios –por muy importantes que sean– no representan al empresariado del país, responsable del 80% de la actividad económica. Somos poder permanente. No, Presidente, porque el diagnóstico real de la relación entre usted y el empresariado es la inversión, y esa está en el piso. Su visión y la toma de decisiones nos tienen muy nerviosos. Ya nos plegamos con el NAICM, perdió México y la aplanadora siguió. No, Presidente, porque la forma de ayudarlo no es colaborando con una hipocresía que irrita a la sociedad. No, Presidente, porque si las madres de las estancias infantiles, los padres de niños con cáncer, las mujeres de todo el país, los afectados por la violencia, las organizaciones de la sociedad civil y muchos más, le han dicho No en voz alta a varias de sus políticas públicas, nosotros no podemos claudicar. En un ambiente de tensión y miedo, un encuentro como el que usted propone mandaría señales de total sumisión y entreguismo. No, Presidente, porque ese tipo de relación corresponde a un presidencialismo desbocado que deseamos enterrar. No, Presidente, porque llevó muchas décadas y vidas como la de don Eugenio Garza Sada, para que el empresariado asumiera públicamente posiciones frente al poder político. No, Presidente, porque somos un contrapeso muy importante en este momento, la dignidad y el ejemplo deben ser nuestras monedas de cambio.

Con todo respeto, no asistiremos a la cena.

¿Es demasiado pedir?

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