Marchas, mítines y mitotes…

El Presidente convoca a una “concentración” masiva para celebrar cuatro años de gobierno de la 4T.

Un pueblo que pierde la fuerza necesaria para sacudirse      el yugo acaba por venerarlo.

           José Vasconcelos

El movimiento social más importante del siglo XX ha sido sin duda la Revolución Mexicana, para celebrar recientemente (20 de noviembre) el 112 aniversario se llevó a cabo el tradicional desfile cívico-militar con un despliegue de 7,800 efectivos, agrupamientos históricos, carros temáticos, ballet folclórico, etcétera, para conmemorar tan importante gesta que transformó la vida de nuestro país creando el andamiaje para un sistema democrático republicano que ha propugnado una mejor y más sólida democracia. Esta conmemoración contó con menos asistencia que la de años anteriores, quizá por la concurrencia de eventos deportivos y por que no, la sombra de la reciente marcha en defensa del INE.

Las protestas contra la dictadura que precedieron a la lucha armada: la huelga de Cananea, Sonora, en junio de 1906 y la huelga en la planta textil de Río Blanco, Veracruz, en enero de 1907; expresiones legítimas de protesta que fueron reprimidas brutalmente por la dictadura que optó por la violencia, intransigencia y cerrazón, abdicando a la negociación política que proporcionara soluciones positivas para la mayoría.

Movimientos que han hecho historia por su reconocida valentía y la defensa de sus derechos en la lucha por la libertad y la justicia, son antecedente de la voluntad de un pueblo que reconoce sus derechos fundamentales y no acepta el atropello de éstos. Fueron muchos los precedentes de la lucha armada, pero todos concurren en un punto en común: la división, la pobreza, la desigualdad social y degradación de la democracia, arrogándose en un un solo hombre el poder : el dictador.

Límites extremos que parecieran repetirse y que hoy sitúan al país en condiciones peligrosas fuera y dentro del mismo, atizando conflictos innecesarios, una supuesta transformación que en nada se asemeja a la legada por la Revolución y que en su desbordada polarización erosiona el tejido social.

Los atentados contra la democracia son evidentes y crispan aún más el entorno social político y económico, la falta de respeto a la protesta ciudadana, la mofa prepotente y abusiva, la descalificación que hacen aquellos de todo lo que no les acomoda, carentes de autoridad moral, al amparo de una fuerza política bruta.

No hay una expresión en contra de la oposición que no esté cargada de resentimiento, de odio y desaprobación, los argumentos son insostenibles de quienes se niegan a escuchar, a dialogar, tolerar y mucho menos transigir.

La legítima marcha del 13 de noviembre en defensa de una institución (INE) que garantiza la voluntad del ciudadano, fortalece la democracia y rechaza la propuesta del partido oficial.

La lucha de cifras no se hizo esperar, el gobierno en su intento de minimizar el número de participantes en “la marcha por la democracia” refirió una cifra ridícula que, inevitablemente cayó bajo el peso de la evidencia material.

Con una respuesta anacrónica (acarreados), el Presidente convoca para mañana a una “concentración” masiva para celebrar cuatro años de gobierno de la 4T que, a diferencia de la primera, una “marcha ciudadana”convocada con el único objetivo de defender a la democracia, ésta será sólo para fortalecer al Presidente, para mantener el poder a modo de un burdo maximato. Para tal expresión de apoyo involuntario, el Ejecutivo contará con 30 mil autobuses y camiones (con refrigerio y bebidas según se anuncia) gasolinas, millones de estímulos en cash, playeras, banderas y misceláneos… Un enorme derroche de dineros públicos, en tiempos de austeridad (sic).

La civilidad demostrada durante la marcha del pasado 13 de noviembre que prevalezca en el mitote de mañana y en el mitin convocado por los familiares de personas desaparecidas en la Glorieta del Ahuehuete a la misma hora, para conversar con López Obrador.

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