Lo que no hará ChatGPT

En la pandemia aprendimos que el ciberespacio fue un gran motor para que los jóvenes pudieran seguir estudiando y las empresas de todos tamaños pudieran continuar comerciando

Por Laura Coronado Contreras

Comenzamos este año con una tecnología que a la vez parece prometedora y amenazante. Los elogios a ChatGPT son infinitos: una conversación intuitiva para elaborar textos, escribir correos electrónicos, encontrar respuestas o simplemente tener una lluvia de ideas. Plataformas líderes como Powtoon (creadora de videos) y BuzzFeed (sitio de noticias) le dieron la bienvenida con los brazos abiertos para mejorar sus servicios. No obstante, también las alertas se enrojecieron. De inmediato, gobiernos como el de Nueva York prohibió su uso en escuelas públicas y Turnitin (software de verificación antiplagios) mencionó abiertamente que trabajaría para detectar trabajos solicitados por sistemas automatizados.

  • ¿La inteligencia artificial nos desplazará en el futuro? ¿Los maestros ya no podrán evaluar a sus alumnos? ¿La justicia será más rápida? ¿Ya no necesitaremos de periodistas? ¿Los analistas para inversiones desaparecerán? ¿Se evitará la discriminación y los trabajos monótonos?

Charles Chaplin decía todo sin palabras. Su elocuencia era absoluta. En su famosa película Tiempos Modernos retrata a un Charlot convertido en un obrero encargado de apretar tornillos que parece enloquecer cuando se ve envuelto en un proceso de producción en cadena. ¿Nos sentimos como el protagonista de la última película muda? ¿Realmente quedaron desplazados los obreros?

La pandemia nos puede dar algunas pistas sobre este debate: aprendimos que el ciberespacio fue un gran motor para que los jóvenes pudieran seguir estudiando, las empresas de todos tamaños pudieran comerciar, los adultos mayores no se sintieran aislados, estuviéramos informados, pero, además, vimos las labores que eran esenciales y que debían ser realizadas, indefectiblemente, por las personas.

  • Sin duda, las innovaciones como ChatGPT nos facilitarán la vida, como en su momento lo han hecho los buscadores como Google, las páginas como Wikipedia, las redes sociales como Instagram, TikTok y Twitter, pero todas ellas no han desplazado a la radio, la prensa, la televisión o el cine. Inequívocamente, los medios tradicionales se han enriquecido de la tecnología. No se han agotado, sino transformado.

¿Qué es lo que no puede hacer por nosotros la inteligencia artificial? Pensar. Ésa es la clave y el peligro: una generación sumergida en el ciberespacio que crea que puede delegarle decisiones difíciles, incluso tener sentimientos hacia una tecnología extremadamente personalizada o, simplemente, que no identifiquemos si estamos conversando con una persona o con una máquina.

  • En los últimos 25 años, las redes sociales marcaron nuestros días. Probablemente, ahora lo harán plataformas que puedan “responder como humanos” y creen imágenes como Lensa, guiones, textos o, incluso, poemas o canciones, como ChatGPT. La Inteligencia Artificial se alimenta de grandes bancos de datos, identifica patrones y puede ser útil para realizar labores repetitivas, pero ¿podrá tomar decisiones? Y ¿queremos que lo haga? José Martí decía que “el primer deber de una persona es pensar por sí misma” y eso, aún, no lo puede hacer ChatGTP por nosotros.

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