Logo de Excélsior                                                        

Flexibilidad y sentido común, norte de policías y militares en la contención del covid-19

Columnista invitado Global

Columnista invitado Global

 

Juan Carlos Gómez Ramírez
Delegado CICR para Fuerzas Armadas y de Seguridad México y Centroamérica

 

El sentimiento predominante en torno a la pandemia generada por el covid-19 es la incertidumbre. No hay fechas claras sobre su superación: los más optimistas hablan de seis meses para contar con una vacuna, otros, de 12, y hay quienes incluso aseguran que nos tendremos que acostumbrar a convivir con el virus.

La presencia de la pandemia ha cambiado todo, o casi todo, desde el punto de vista social, y en estos cambios se incluye la labor de las Fuerzas Armadas y de seguridad que ahora va más allá de la misión propia de garantizar el orden público. Los militares y policías han sido llamados por los gobiernos, a través de medidas de emergencia y de excepción, a ayudar a prevenir, contener y administrar la pandemia. Misión nueva y atípica impuesta por las circunstancias, pero bajo un marco legal que no ha cambiado.

Entre las estrategias gubernamentales para el manejo de la pandemia ha habido medidas disuasivas, pero también coercitivas. Desde multas hasta privaciones de libertad se han decretado a quienes violen las medidas de aislamiento y distanciamiento social.

Es la fuerza pública la responsable de hacer cumplir las decisiones de gobiernos nacionales, regionales y municipales que incluyen toques de queda, ley seca, prohibiciones de reunión, entre otros.

La amenaza hoy es el covid-19, no las personas, por lo que el manejo de las inconformidades sociales, los desórdenes, los disturbios, las asonadas, deben verse caso por caso y con el convencimiento de que la intervención coercitiva de la fuerza pública sólo será pertinente en la medida en que mejore la situación, tranquilice los ánimos y la exaltación pública, es decir, aporte en la solución de un determinado contexto de modo, tiempo y lugar.

El sentido común y la flexibilidad deben ser los principios y valores que guíen el accionar de la fuerza pública en medio de la crisis sanitaria. Su efectividad operacional se mide en ayudar a controlar los picos de la pandemia, evitar la saturación de los servicios de salud y en mantener la calma social.

La permanente comunicación, la innovación, la presencia amigable y disuasiva serán las mejores herramientas para mantener y hacer cumplir las medidas de autoprotección y distanciamiento social que contribuyan a evitar el desborde de la pandemia.

Esta situación ha incrementado las tensiones entre comunidad y autoridad, pues hay quienes no cumplen —o no pueden cumplir— las restricciones. En paralelo, existen casos de excesos e, incluso, abusos, en el uso de la fuerza en el intento de hacer cumplir las decisiones gubernamentales.

El miedo, la angustia y la ansiedad generan en los seres humanos reacciones insospechadas, a las cuales han tenido que enfrentarse policías y militares en cumplimiento de su misión.

En este contexto, las Fuerzas Armadas y de seguridad deben estar presentes protegiendo a la gente, tratando de persuadir y contribuir a que las personas sigan las medidas de aislamiento y de distanciamiento social, evitando escalar a la confrontación.

La protección de los servicios sanitarios se suma a los retos que ha asumido la fuerza pública en tiempos de pandemia. Médicos, enfermeras y centros de salud han sido objeto de ataques, insultos, discriminación. Hay personas que, en medio de su temor, ignorancia y preocupación, estigmatizan a este gremio como foco de contagio. Esta situación ha llevado a que una parte importante de elementos policiales y militares se dedique a la protección del personal sanitario para garantizar así el acceso a los servicios de salud.

De otro lado, el virus ha afectado a policías y militares, en muchos casos reduciendo el número de efectivos disponible. Su calidad de vida se ha visto trastocada con jornadas extenuantes, suspensión de vacaciones, escasos tiempos de descanso, perturbando el estado emocional de militares y policías. Es por ello que la salud física y mental de militares y policías es un reto y una gran preocupación de los comandantes y jefes.

Éstos son algunos de los retos que enfrentan las Fuerzas Armadas y de seguridad en estos tiempos y que fueron socializados en el webinar realizado por el CICR el pasado 20 de mayo, en el que participaron representantes de las fuerzas militares y de policía de América Latina.

La efectividad operacional de la fuerza pública en época de pandemia se medirá por su sentido humanitario y protector de la población. Su actuación dentro de las normas del derecho internacional, así como la flexibilidad y sentido común en la imposición del orden social permitirán limitar los efectos nefastos de la pandemia. De ello igualmente depende su credibilidad y legitimidad en el mantenimiento del orden en beneficio de la población.

Comparte en Redes Sociales