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Por qué es imprescindible el INECC

Cecilia Soto

Cecilia Soto

Dicen las notas de prensa que la Dra. María Amparo Martínez, renunció a su puesto como directora general del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático, INECC, pero por los antecedentes colijo que se le pidió la renuncia como al parecer se piensa hacer con los directivos de varios centros de investigación descentralizados. El antecedente más conocido y público es que ninguno de los expertos del INECC, por cierto cuadros científicos y expertos en políticas públicas relacionadas al cambio climático  formados durante décadas por el Estado mexicano, fue incluido en la delegación mexicana a la COP26, realizada en Glasgow, del 31 de octubre al 13 de noviembre. La titular de Semarnat, María Luisa Albores, estuvo solo 2 días, hecho que expresa el pobre compromiso de este gobierno con las metas aparentemente adoptadas por México para paliar y no contribuir en lo posible el cambio climático.

El actual INECC se fundó como Instituto Nacional de Ecología en 1991 y aunque desde un inicio contó con un Programa sobre Cambio Climático, no fue sino hasta 2012 que el Cambio Climático se sumó al título del Instituto, evolucionando de INE a INECC. Desde su fundación, se buscó que, aunque pequeño y compacto, pudiera tener una influencia transversal en todo el gobierno. Dado que el cambio climático es un fenómeno sistémico se buscó que el monitoreo de éste, el diagnóstico de las amenazas específicas que se ciernen sobre el territorio nacional, así como la formulación de políticas públicas diseñadas para proteger al país y para cumplir con los compromisos internacionales  firmados por México también partieran de un arreglo sistémico. Surgió así el Sistema Nacional del Cambio Climático, formado por el Comisión Interinstitucional para la acción ante el Cambio Climático, CICC, todas las Secretarías, las asociaciones de alcaldes, las comisiones ad hoc del Congreso federal y de los congresos estatales, del cual el INECC es el brazo coordinador.

El INECC investiga pero no duplica esfuerzos con las universidades como alguna mente obsesionada con la austeridad pudiera pensar. Como lo plantea la Ley del Cambio Climático, el INECC tiene la función de integrar e impulsar aquellas temáticas relevantes a la evolución del cambio climático y a la elaboración de políticas públicas importantes de poner en práctica. A diferencia de universidades públicas y/o privadas, institutos de investigación, fundaciones u Organizaciones No Gubernamentales (ONG), el INECC puede tener la visión global que le permite tener el SNCC así como su participación en organismos internacionales que monitorean la evolución climática así como la preparación de conferencias tan importantes com la reciente COP26. El INECC investiga y a la vez es un puente con otras instituciones que también investigan.

El INECC lleva en forma profesional y reconocida internacionalmente el inventario de emisiones de gases de efecto invernadero así como el atlas de vulnerabilidades. Además de realizar investigaciones “verdes”, el instituto lleva las investigaciones “grises” sobre calidad del aire y contaminación atmosférica, sumando esfuerzos con las investigaciones al respecto  del sector Salud. Sus laboratorios, bien equipados y que sus funcionarios han salvado heroicamente de esfuerzos de administraciones anteriores por desaparecerlos, son de referencia, por ejemplo, su Patrón Nacional de Ozono.

Todo esto lo hereda el actual gobierno, pero no es del actual gobierno, es del Estado mexicano pues el compromiso con el medio ambiente y con paliar el avance del cambio climático no es un compromiso específico de un gobierno o de un partido; es el compromiso del Estado mexicano para cumplir con el mandato constitucional establecido en el artículo 4to, párrafo quinto, del derecho humano a un medio ambiente sano.

Repito: el INECC no es del actual gobierno, es de todos los mexicanos. Dañarlo,  reducirlo, fusionarlo, incorporarlo a Semarnat para reducir personal y presupuesto, es una tontería suprema y un atentado a las capacidades del Estado para saber navegar en las tormentosas aguas           que caracterizan estas inciertas primeras décadas del siglo 21. La pandemia ha probado que la Ciencia, así con mayúscula, es una herramienta indispensable para bien gobernar. El INECC satisface todas  las características de una institución científica que investiga y a la vez, forma grandes recursos humanos especializados que no deben perderse. Por el bien de todos, hagamos caso a la ciencia.

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