Logo de Excélsior                                                        

El Senado, entre la lealtad ciega y la lealtad a la razón

Cecilia Soto

Cecilia Soto

En una de las muchas entrevistas que la doctora Andrea Ghez ha concedido después de recibir el Premio Nobel de Física, compartido con otros dos grandes científicos, cuenta algo que me maravilló: “Mi pasión por la astronomía nació cuando tenía cuatro años, después de contemplar la llegada del hombre a la Luna. A partir de ese momento comencé a pensar en el universo… me sorprendió saber qué tan pequeños somos…”. “Escuchaba seguido, si eres niña no puedes ser astronauta, si eres niña tampoco puedes hacer esto o aquello, si eres mujer no podrás entrar al MIT a estudiar física… así que desarrollé una pasión por demostrar cuán equivocados estaban esos comentarios”.

En los próximos días, el Senado de la República analizará y aprobará o rechazará, en su caso, la minuta enviada por la Cámara de Diputados sobre la extinción de 109 fideicomisos, entre ellos varios dedicados a la investigación científica, tanto en ciencia básica como en ciencias sociales. Uno de esos fideicomisos tiene que ver directamente con la materia investigada por la doctora Ghez. Se trata del fideicomiso que permite el funcionamiento del Gran Telescopio Milimétrico, GTM, del Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica, INAOE. En abril de 2019, junto con otros siete telescopios no ópticos, el GTM contribuyó a lograr la primera imagen de un hoyo negro, imagen que pueden observar aquí https://eventhorizontelescope.org/press-release-april-10-2019-astronomer... la comunidad científica había demostrado teóricamente la existencia de los hoyos negros, la fotografía lograda, además de un hito científico, es posible que tenga el mismo impacto que tuvo en Andrea Ghez ver el alunizaje. Miles de niños y niñas y de adolescentes conmovidos por la hazaña científica y tecnológica que fue primera plana en todos los noticieros del mundo. Papás, mamás y maestros bombardeados por la pregunta “qué es un hoyo negro”, cuya definición, por cierto, desafía todo el sentido común. ¿Una cantidad de masa gigantesca concentrada en un solo punto y cuya gravedad es tan fuerte que es capaz de atrapar la luz? ¿Cómo puede haber telescopios no ópticos? ¿Cómo puede deformarse el espacio-tiempo por el efecto masivo de la gravedad?

La fotografía se logró por ocho telescopios coordinados de tal manera que simulaban funcionar como un telescopio del tamaño de la Tierra, entre ellos el GTM mexicano, que lleva el nombre de Alfonso Serrano, inolvidable compañero de generación de la Facultad de Ciencias de la UNAM. Para 2021, el Event Horizon Telescope, el arreglo que mencioné, crecerá a 12 telescopios para intentar fotografiar, precisamente, el hoyo negro descubierto por la doctora Ghez y —de forma independiente, por el doctor Reinhard Genzel, en el centro de la Vía Láctea, nuestra galaxia, nuestra casa, nuestro hogar en el universo.

¿El Senado de la República pondrá en peligro este proyecto al desaparecer el fideicomiso que soporta al GTM? ¿Extinguirá también las miles de vocaciones que la investigación científica y social despierta en los y las jóvenes? ¿Quien decida dar presupuesto a los proyectos científicos le parecerá relevante fotografiar un hoyo negro o acabará, literalmente, de un plumazo con este proyecto para completar algo que falte en el Tren Maya?

El proyecto tan sofisticado del Gran Telescopio Milimétrico es apenas un ejemplo de lo que está en juego al extinguir los fideicomisos. Una de las pocas buenas noticias durante la pandemia ha sido el nuevo protagonismo de decenas de matemáticos, epidemiólogos, virólogos, infectólogos, etcétera, que contrastan su información con la del gobierno. Proyectos para desarrollar vacunas, nuevos medicamentos, nuevos protocolos para el tratamiento del covid-19, proyectos para salvar fauna amenazada, proyectos para estudiar la red de cavernas submarinas más grande del mundo y el impacto que puede tener en ella el Tren Maya. Proyectos sobre nutrición y la persistente desnutrición en ciertos grupos, sobre la amenaza a las abejas, sobre agricultura, sobre el rescate de la vaquita marina, sobre las diferencias en que tal o cual enfermedad se manifiestan en hombres y mujeres. Investigaciones sobre el impacto de la violencia familiar en los infantes, sobre el dengue, sobre otras epidemias.

La iniciativa de ley nada dice sobre cómo regresarán los recursos incautados a soportar las investigaciones que les dieron origen. Sólo establece con claridad que los recursos se concentrarán en la Tesorería, dándole al Poder Ejecutivo total libertad para el uso discrecional de esos dineros. La Cámara de Diputados abdicó de su responsabilidad única, la de decidir el destino de esos 63,000 millones. Que el Senado no renuncie a su responsabilidad para con México, sus científicos y artistas y para con las generaciones que ven en la ciencia y el arte un destino valioso, una vocación para ser mejores.

Comparte en Redes Sociales