Claudia, la candidata se llama Xóchitl Gálvez Ruiz

“Lo que no se nombra no existe” hemos dicho una y otra vez las feministas para defender el lenguaje incluyente y combatir la invisibilidad con la que la cultura de siglos ha querido ocultar el papel de las mujeres y negarles protagonismo. Hemos insistido en que, en el ...

“Lo que no se nombra no existe” hemos dicho una y otra vez las feministas para defender el lenguaje incluyente y combatir la invisibilidad con la que la cultura de siglos ha querido ocultar el papel de las mujeres y negarles protagonismo. Hemos insistido en que, en el caso del español, no nos incluyan en el genérico masculino aunque ello signifique un lenguaje más prolijo. Sí, los niños y las niñas. Diputadas y diputados. Señores y señoras. Mayoritariamente las jóvenes han guardado en el cajón de cachivaches el apellido del marido para continuar con el suyo. Ser la propiedad de alguien, incluso del amado, ya no es el sueño romántico de las mujeres jóvenes. Hemos insistido en que incluso las palabras que en un sentido estricto gramatical incluyen a hombres y mujeres, como presidente, adopten la vocal “a” al final, cuando se trate de una mujer que ejerza ese cargo: presidenta. ¿Por qué? Porque lo que no se nombra no existe.

Durante el pasado debate presidencial del 7 de abril, en por lo menos 12 ocasiones la candidata Claudia Sheinbaum reprodujo ese intento del patriarcado por borrar, hacer invisible, ocultar a su adversaria, Xóchitl Gálvez Ruiz. No me refiero a las acusaciones o argumentos justos o injustos para tratar de establecer la superioridad propia como candidata que se esperan en un debate. No. Me refiero a una exhibición de machismo como sólo se había visto en Palacio Nacional, cuando el Presidente acusó al movimiento feminista de ser una conspiración conservadora contra su gobierno. Quizá no nos debe extrañar esta mimetización, pues Claudia Sheinbaum reconoce al Presidente como su guía, faro, inspiración y aspiración, maestro, modelo, ejemplo glorioso a seguir, etcétera.

En por lo menos doce ocasiones Sheinbaum se negó a pronunciar el nombre de su adversaria. Es más, durante todo el debate jamás llamó a Xóchitl por su nombre. ¿Por qué? Por muchas razones. Una de ellas es que el nombre de la candidata de la coalición Fuerza y Corazón por México resuena estética y musicalmente en el imaginario mexicano. Viene del náhuatl, quiere decir “flor” y se asocia con facilidad a la imagen de una mujer mestiza, cálida y cercana. Pero la razón principal tiene que ver con que lo que no se nombra, no existe. Por ello, tanto Claudia como la vocería de su campaña se niegan a nombrar a Xóchitl y sustituyen su nombre por el de “la candidata del PRIAN”, como estrategia para tratar de grabar en el imaginario del electorado que todo lo que sucedió antes de las elecciones de 2018, fue negativo. Éste es su deseo: Al no nombrarte, te borro, te desaparezco, te oculto, no existes de manera autónoma. Pero Claudia misma se encarga de mostrar lo débil de la estrategia. En el debate, al hablar del nuevo sistema de salud, menciona que está conformado por el IMSS, el ISSSTE y el IMSS-Bienestar. Pero el IMSS fue inventado por el PRI. El ISSSTE fue creado por el PRI y el IMSS-Bienestar viene del IMSS Coplamar, inventado por el… PRI. Al asociar a Xóchitl con el PRIAN se arriesgan a que una parte del electorado recuerde experiencias asociadas con aspiraciones positivas: tener un empleo formal y contar con seguridad social, acceso a la vivienda con el Infonavit (que también inventó el PRI, etcétera). Acceso al mercado norteamericano gracias a los tratados de libre comercio que logró el PRI “neoliberal”, etcétera.

Pero ésa no fue la única manifestación de maltrato de Claudia Sheinbaum para con las mujeres. En el minuto 36:57 del debate, Sheinbaum se atrevió a decir que “feminicidio que se comete (en la CDMX), feminicidio que se castiga”. Ya otros investigadores demostraron que hay más de 100 feminicidios sin aclarar durante el gobierno de la discípula del presidente. Proféticamente, Xóchitl Gálvez rebatió resaltando que sí había alguna disminución en las cifras de feminicidios, en cambio, las desapariciones se habían disparado en la capital de la República. Nueve días después del debate se descubrió a un presunto feminicida serial, con por lo menos 8 mujeres asesinadas y las credenciales del INE de 20 mujeres. Mentir, engañar a las mujeres que salen a la calle con el miedo de no regresar, alterando cifras y presumiendo cero impunidad, cuando un hombre mata a casi una decena de mujeres sin temor a ser encontrado, habla de un desprecio por la vida de las mujeres. Y un hábito muy masculino: sacrificar la verdad por el afán de poder.

Las dos candidatas llegaron al debate presidencial gracias al compromiso de dos generaciones de mujeres por impedir la invisibilización de las mujeres, ganar derechos y luchar por conservarlos y aumentarlos. Xóchitl honró esta herencia. Claudia quiso borrarnos.

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