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La pedagogía del temor: Nexos

Carlos Ornelas

Carlos Ornelas

Para estudiosos de la antropología política, como Georges Balandier (El Poder en escenas: De la representación del poder al poder de la representación) o para autores institucionalistas, como James March y Johan Olsen (El redescubrimiento de las instituciones: La base organizativa de la política), los símbolos son herramientas del poder tan eficaces como el uso de los recursos económicos o de las fuerzas del orden. Los ceremoniales, más si se repiten con frecuencia, fabrican mensajes del príncipe a sus subalternos, son instrumentos pedagógicos, enseñan comportamientos y valores.

Colegas en estas páginas y en otros medios razonan que el presidente López Obrador es un maestro en la administración de los símbolos, en la repetición de frases y pasajes que recita como mantras en sus mañaneras. Usa adagios con frecuencia para atacar a la prensa porque “tengo derecho de réplica” o porque no publican lo que él desea, o quizá piense que es trascendente para la nación. Le molestan las notas que lo contradicen o que no coinciden con su proyecto político: la Cuarta Transformación.

 

 
Hasta la semana anterior, la prensa y los periodistas sólo acusaban recibo de sus insultos, no los bajaba de chayoteros, bandidos y les endilgaba otros epítetos. Sin embargo, detrás de ellos, según innumerables analistas, está la concentración del poder en su persona. Desprecia la racionalidad burocrática (Weber dixit) y el Estado de derecho.

Cuando dice que “la justicia está por encima de todo. Si hay que optar entre la ley y la justicia, no lo piensen mucho, decidan en favor de la justicia”, pero “pórtense bien”, en realidad expresa que la ley no importa. No obstante, modifica la Constitución y las leyes para asentar su poder personal y limitar el entramado de libertades, al igual que las facultades de los demás poderes.

Su palabra e imagen en las mañaneras tiene dos destinatarios: primero, sus fieles, a quienes insta al arrebato y al frenesí hacia su persona. Es la pedagogía del egoísmo. Segundo, “a nuestros adversarios”, los conservadores, a quienes dedica injurias y mofas.

Sin embargo, la acción de la Secretaría de la Función Pública de inhabilitar a Nexos y multarla por casi un millón de pesos por irregularidades supuestas por una plana para el IMSS por 72 mil pesos en 2018 —junto con el lozoyazo— son manifestaciones de la pedagogía del temor.

La síntesis: esos actos “reflejan una sicología colectiva sensible al rumor y al temor de las autoridades mientras otros, de carácter simbólico, permiten digerir ritos y ceremonias como espejos del poder, herramientas que inculcan principios perdurables y tienden a mantenerlos”, concreta Balandier.

El aviso para los periodistas y medios críticos: “pórtense bien o vean lo que les espera”.

Empero, esa pedagogía también siembra fraternidad entre los perjudicados. El affaire Nexos apenas comienza. Va nuestra solidaridad para la revista, su gente y sus lectores. ¡Viva la libertad de expresión!

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