Logo de Excélsior                                                        

El Príncipe mexicano

Carlos Kenny Espinosa Dondé

Carlos Kenny Espinosa Dondé

“Quien no conoce la historia está condenado a repetirla” es una frase que se le atribuye a Cicerón, Napoleón, Churchill, entre otros, y es tan válida como la primera vez que se haya pronunciado. Y sí, el gobierno actual es una versión corregida, aumentada y con más cinismo que aquellas presidencias de Echeverría y López Portillo.

Estamos claros que las conferencias diarias del Presidente están hechas para crear un culto a sí mismo: vive en un palacio, con todo y corte que lo reverencia, adula e idolatra, en su mayoría por individuos (me niego a llamarlos periodistas o reporteros) que hacen preguntas a modo para el lucimiento del Ejecutivo. Cuando los verdaderos reporteros hacen preguntas legítimas, cuestionando el proceder, las acciones, cifras y políticas fallidas, se están jugando la vida en el país con más periodistas asesinados en el mundo. Esta semana, Jorge Ramos, periodista de Univision y Reforma, preguntó al Presidente si pensaba cambiar su estrategia de seguridad, apoyando su pregunta con las cifras de mexicanos asesinados en los últimos tres sexenios, demostrando que estamos en la época más violenta del país desde la revolución y la guerra cristera. La respuesta de López fue “estás equivocado, yo tengo otros datos” —probablemente la respuesta más utilizada cuando se le confronta con la verdad. Ramos tiene dos condiciones que lo protegen en su osadía de cuestionar así al Presidente: tiene nacionalidad estadunidense y es el periodista más importante (ganado a pulso) en español en ese país.

Estos cuestionamientos, al igual que los de Denise Dresser, Enrique Krauze, Carlos Loret de Mola y Víctor Trujillo, por más que incomoden, son absolutamente necesarios en la agenda de esta administración, para evitar parecer dictador como sucede en Nicaragua, Cuba y Venezuela. A fin de cuentas, sostienen la legitimidad democrática del gobierno.

Nicolás de Maquiavelo (1469-1527), en su libro El Príncipe, publicado póstumamente, da las bases para que un príncipe (o gobernante), mantenga su poder y lo amplíe, utilizando las condiciones humanas, el temor, la división, el liderazgo negativo, las finanzas públicas, la manipulación de sus súbditos y hasta a sus adversarios —incluso planear sus muertes—,  para ese fin.  Se puede decir que es un manual de cómo mantenerse en el poder para individuos sin moral, principios de bienestar común y enfocados en la ganancia personal sin importar los medios para lograrlo. Citaré algunas de sus frases que sin duda han sido una guía para más de un tirano.

“Los príncipes que más han realizado son quienes prestaron poca atención a cumplir sus promesas, pero saben manipular audazmente la mente de los hombres. Al final de cuentas, les ganaron a quienes actuaban con honradez”.  De acuerdo con el Centro de Análisis Spin, hasta el 23 de agosto de este año, el Presidente ha formulado más de 86 mil respuestas falsas, engañosas o difíciles de comprobar; falta sumar las que le dijo a Ramos.

¿Por qué este Presidente tiene tanto poder, al grado de doblegar hasta al dirigente priista, Alejandro Moreno y a sus secuaces? Maquiavelo puede ofrecer una explicación con la siguiente frase: “Si es preciso elegir, ser temido es mucho más seguro que ser amado, pues una buena regla general sobre los hombres es que son ingratos, volubles, mentirosos, impostores, cobardes y ávidos de ganancia.” Mejor aún, si conoces los pecados y debilidades de tus enemigos, es más fácil contenerlos; si les permites que mantengan sus ganancias y riquezas, sabiendo que dependen de ti para para seguir disfrutando de ellas, se volverán tus aliados. Tal vez por eso aún no comienza proceso penal alguno contra ningún integrante de la administración pasada.

El manejo de la información en el actual sexenio se puede definir por las siguientes frases: “Las injusticias se deben hacer todas a la vez a fin de que, por probarlas menos, hagan menos daño, mientras que los favores deben hacerse poco a poco con el objetivo de que se aprecien mejor”. “Los príncipes deben ejecutar a través de otros las medidas que pueden acarrearles odio, y ejecutar por sí mismos aquellas que les reportan el favor de los súbditos”. Así es, los errores siempre son de otros (aunque serán protegidos si son leales), los éxitos sólo son del Presidente. Entiendo bien por qué este presidente no vive en Los Pinos: un Príncipe sólo vive en un Palacio. Aunque sus súbditos sigan en la pobreza.

Comparte en Redes Sociales