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Ni una más

Carlos Elizondo Mayer-Serra

Carlos Elizondo Mayer-Serra

Contrapunto

En la película china Ni uno más, una joven maestra de primaria en la China rural y pobre debe evitar perder uno solo de sus estudiantes, atraídos por el dinero de una ciudad cercana. Con tenacidad, arrojo, cariño y valentía logra su cometido.

El país se está convirtiendo en un cementerio de mujeres. México debe evitar a toda costa perder a una mujer más. La tragedia de las muertas de Juárez de hace más de dos décadas es ahora un drama nacional. Del 2015 a la fecha, los feminicidios han aumentado 150%, pasando de un feminicidio diario a 2.5. Falta agregar todas las desaparecidas y las miles de mujeres violadas.

Las marchas de mujeres de la semana pasada deberían ser el punto de partida para un gran movimiento social que obligue al gobierno a reaccionar de forma contundente. Lo adecuado en este momento es encauzar todos los recursos disponibles del Estado en el rubro de procuración y administración de justicia para combatir la violencia contra las mujeres.

Voy a ser políticamente incorrecto. Es incomprensible gastar una enorme cantidad de recursos monetarios y atención de altos funcionarios del gobierno en volver a analizar qué pasó con los 43 estudiantes de Ayotzinapa, cuando criminales impunes siguen matando mujeres. Sólo en julio van cerca de 80 mujeres asesinadas. 

Si el gobierno pudiera atender ambos delitos sería fantástico. Si tiene que escoger entre el pasado, como lo está haciendo, y el presente, debería optar por los problemas de hoy. Tiene que ofrecerles un futuro seguro a las mujeres de México. Hay que poner toda la atención del gobierno y de la sociedad en la tragedia que viven tantas mujeres en nuestro país.

Hasta ahora, AMLO ha dicho poco al respecto. Más parece molestarle la afectación al patrimonio cultural de la CDMX que las mujeres muertas.

Nos hemos ido acostumbrando a leer sobre la cotidiana violencia contra las mujeres. Para la magnitud de la tragedia, es bajo el impacto político que ha tenido, seguramente porque las asesinadas y sus familias están dispersas en el territorio nacional. No forman parte de un grupo organizado como los estudiantes de Ayotzinapa. No cuentan con el respaldo de actores políticos capaces de movilizar a la ciudadanía en su defensa. La marcha más grande contra Peña Nieto por los estudiantes desaparecidos llegó a una cifra estimada de 50 mil. La marcha de mujeres más nutrida de la semana pasada fue de alrededor de mil personas. 

Ante la presión pública, Peña Nieto se vio obligado a reaccionar. Los esfuerzos de su gobierno por brindar justicia fueron insuficientes, pero le dedicó tiempo y recursos. Varios de los presuntos culpables terminaron en la cárcel, incluido el presidente municipal de Iguala, el perredista José Luis Abarca.

Los feminicidios vienen del pasado. Pero el gobierno de AMLO es responsable del presente. De invertir o no su aparentemente incansable energía en cambiar esta horrenda tendencia criminal. Un gobierno determinado a enfrentar estos delitos mandaría una señal poderosa a los asesinos de mujeres.

Sí, se trata de crímenes de jurisdicción local. Sin duda se necesita que gobernadores y alcaldes se involucren mucho más en el poder. Son parte del problema. Sin embargo, AMLO tiene todo el poder. Está en él encabezar esa batalla. Todo el poder es toda la responsabilidad.

La desaparición de estudiantes de Ayotzinapa y su posterior asesinato fue también un crimen de jurisdicción local. En los primeros días, tras la desaparición de los estudiantes, en el gobierno de Peña Nieto se ufanaban de haber evitado involucrarse y convertirlo en un problema federal, como lo hacía Felipe Calderón. Su silencio inicial se terminó volteando en su contra.

Si el gobierno de AMLO no actúa con determinación en este tema, corre el riesgo de quedar manchado irremediablemente por el río de sangre de las mujeres asesinadas. Sin embargo, si la sociedad se moviliza más, no hacer gran cosa siempre puede parecer la ruta más cómoda.

 

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