El mundo según la 4T

¿Qué gobierno apostaría su legitimidad a poder tener terminado en 2 años un complicado aeropuerto en Santa Lucía? El de López Obrador. En donde no había un problema, un aeropuerto en plena construcción en Texcoco, cuyo eventual atraso siempre podía achacarse al gobierno de Peña Nieto, ahora él es el responsable del sistema aeroportuario de la capital.

Siempre podrá alegar que los conservadores se interponen en su camino para completar Santa Lucía, pero ¿por qué opta por poner en riesgo su credibilidad en obras concretas con fechas concretas? En Santa Lucía tendrán que estar aterrizando y despegando aviones de forma regular en dos años. Es fácil evaluar si cumplió o no.

Desde que canceló el aeropuerto de Texcoco sobran las explicaciones de por qué lo hizo. Ninguna es convincente. Todas se pudieron haber atendido con otra solución: si había corrupción habría que detectar y castigar a los responsables, si la construcción era faraónica, hacerla más sencilla….

Cancelar Texcoco y prometer Santa Lucía me parece un reflejo de varios de los puntos ciegos del actual gobierno. AMLO tiene la firme creencia de que los problemas del mal gobierno son por la imperante corrupción, basta ser honesto para que las cosas funcionen. Sí, en el camino se enfrentará a todo tipo de mafias, pero, según él, el bien terminará triunfando sobre el mal. Habrá algunos costos, las quejas respecto a la falta de abasto de medicinas son las protestas de quienes se verán afectados por el nuevo mecanismo de compra de éstas, pero al final los mexicanos tendremos un sistema de salud pública con más medicinas a mejor precio. Lo mismo veremos en Santa Lucía y en sus otras obras preferidas: la honestidad terminará por hacer eficaz al gobierno. Ésa es la premisa.

Al ser ellos honestos, creen estar exentos de tener que cumplir las reglas. Éstas son para los corruptos. Quizás por eso la suspensión de Santa Lucía por parte de un juez, porque no están los permisos geológicos, arqueológicos, de seguridad aeroportuaria, y de impacto ambiental, causa el enojo del Presidente.

Esas reglas muchas veces tienen formalismos burocráticos absurdos, pero tienen una motivación: una obra de esa envergadura no debe arrancar si no se tienen todos los estudios, incluido, por supuesto, el de aeronavegación. Para la 4T, esos detalles parecen ser “sutilezas” tecnocráticas.

Para AMLO, no se requiere mucho análisis para saber que un Tren Maya detonará el desarrollo del sureste del país. Por ello tampoco hay estudios detallados sobre qué hacer para los grandes retos del país.

Como me dijo uno de quienes lo han acompañado por la larga travesía al poder, tras no tener argumentos para defender la cancelación de Texcoco: el Presidente tiene más información, él sabe más. ¿Cuántos hubieran creído hace seis años que podía ganar la Presidencia con un gran margen? El haberlo logrado es en sí mismo una prueba de su increíble capacidad de entender los fenómenos políticos.

Esta fe en AMLO se acompaña de dos vicios operativos. El primero, las decisiones se toman sin procedimientos colegiados regulares donde se analicen distintas opciones y se opte por la menos mala. Importa la palabra de AMLO. El segundo, AMLO muchas veces reacciona a bote pronto. El domingo, en una consulta a mano alzada ,canceló un Metrobús en la zona de La Laguna en Durango que conectaría con el Metrobús en el lado de Coahuila. ¿Enojado por la derrota de Morena en esa entidad el 2 de junio? ¿Una respuesta a una crítica del Metrobús de algunos de los transportistas presentes? No lo sé. Pero ahí se arruinó la vida de los miles que tienen que transbordar cuando cruzan la frontera entre ambos estados.

Todo gobierno parte de una visión del mundo: la realidad la va confirmando o no. Si la honestidad y las intuiciones del Presidente permiten resolverlo casi todo, muy pronto veremos obras realizadas dentro del presupuesto y del calendario propuesto, así como servicios públicos de calidad. Ojalá.