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Adiós a los niños

Carlos Elizondo Mayer-Serra

Carlos Elizondo Mayer-Serra

Contrapunto

 

Los gobiernos no suelen tener muchos incentivos electorales para gastar capital político en los niños. Ellos no votan. Sus padres sí, pero la política respecto a la niñez no suele ser su preocupación central como elector.

Si bien les importa mucho la educación de sus hijos, no les interesa gran cosa la política educativa. La gran mayoría no tiene claro la baja calidad educativa que reciben sus hijos. Incluso muchos padres con hijo en escuelas privadas mediocres creen estar pagando por una buena educación.

Los padres viven con la ilusión de que lo importante es estudiar lo más posible, idealmente terminar sus estudios universitarios, lo cual será obligatorio con la reforma de AMLO. A muchos les importa que sus hijos tengan buenas calificaciones, y algunos lo logran. Tristemente, en una mala escuela esto no sirve para mucho. Obtener un diez por memorizar un poema no es útil cuando el mercado de trabajo está por transformarse radicalmente por el acelerado cambio tecnológico propio de nuestra época.

En el tema educativo hay un sector que pesa políticamente mucho: el de los maestros. Por décadas, el sector educativo en México estuvo fundamentalmente a su servicio. No importaba demasiado la calidad de la educación que impartían. Ni siquiera si iban a dar clases.

Por eso, fue inusual que el gobierno priista de Peña Nieto se peleara con uno de sus aliados históricos, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). Lo hizo con tal de tener leyes para hacer del mérito el mecanismo para contratar, promover o remover a los maestros responsables de la educación de los niños del país. Se dijo que era una mera reforma laboral. Sin embargo, poder contratar a los mejores maestros es crucial para tener un buen sistema educativo. También se hizo una profunda reforma de los programas de estudio, con el ánimo de enseñar a pensar y de dotar al estudiante de más instrumentos para su formación, como la enseñanza del inglés. Había mucho que mejorar, siempre lo hay, pero la dirección era la correcta.

El gobierno de AMLO contrajo un compromiso electoral con la radical Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y con amplios sectores del SNTE, incluidos aliados de Elba Esther Gordillo, de revertir la Reforma Educativa. Está a muy poco de lograrlo. El martes faltó el voto de uno de los varios morenistas ausentes, pero contaba con el apoyo del PRI, incluidos exfuncionarios del gobierno de Peña Nieto, que en su momento estaban orgullosos de su reforma. Aprobada la reforma de AMLO, se habrá terminado la contratación y promoción por mérito. Impartirá clases quien sea y durará en su puesto hasta la jubilación.

A diferencia de los adultos, a quienes se les puede ayudar algo repartiendo dinero para darles un mayor margen de consumo, a los niños, el Estado sólo los puede apoyar con instituciones públicas que funcionen en educación, salud, seguridad, protección a los abusos de los adultos, guarderías, etcétera. La política social del nuevo gobierno está enfocada en repartir dinero. No en proveer servicios que puedan ayudar a los más necesitados, en particular a la niñez.

Nada más grotesco que desaparecer las estancias infantiles para distribuir dinero a los padres de esos mismos niños, quienes pueden gastarlo en alcohol. Hasta los vouchers de Milton Friedman para privatizar la educación obligatoria son más cuidadosos con la niñez: sólo se pueden gastar en colegiaturas.

Hoy, el gasto social ya no está condicionado. Hay becas, pero no importa si quienes las reciben tienen un desempeño adecuado. Tampoco si estos niños son llevados por sus padres a servicios médicos para la prevención de enfermedades, como era con el desaparecido programa de inclusión social Prospera.

La izquierda europea permitió, con una educación y salud públicas de calidad, brindarles un piso más parejo a los niños. Nuestra muy peculiar izquierda parece haber olvidado a la niñez, aunque sí un grupo de niños tuvo el privilegio de irse a dormir en la mañanera del Día del Niño.

 

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