A renovar la imaginación

A lo largo de los años, las autoridades han desestimado a la educación como el principal cimiento del país y del futuro, promoviendo la pérdida de la dignidad como una simple moneda de cambio

Hay pocos momentos del año en los que se concentran nuestra idea del tiempo y lo que implica generar nuevas perspectivas del futuro. Así se puede llegar a vivir el inicio de los nuevos ciclos escolares en todos los niveles educativos y, quizá, por parte de quienes forman parte de este complejo entramado administrativo —que se corona en un salón de clases— y la expectativa de quienes protagonizarán ese nuevo trazo del porvenir; en efecto, alumnas y alumnos que se constituyen como el eje que sintetiza el pasado, el presente y el futuro de nuestra sociedad.

Son miles las páginas que se han escrito a partir de esta apuesta que ha permitido el desarrollo de los seres humanos como parte de una civilización que ha creado instituciones de todo tipo, que ha cuestionado al poder y al statu quo para hilvanar cada uno de los tejidos que sostienen lo que hoy conocemos como los derechos humanos. Páginas y páginas de analistas, filósofos, profesionales de la pedagogía que han teorizado acerca de aquello que nos permite observarnos y reconocernos como parte de sociedades que buscan la justicia y la democracia, que pueden apreciar la belleza que se cifra en el arte y reconocer esa tozuda obstinación que se encuentra detrás de cada nuevo tratamiento médico o las impactantes noticias que nos hablan acerca de cómo funciona la llamada inteligencia artificial y sus realidades virtuales.

Sí, conservamos frases, libros y una infinidad de expresiones que nos hablan acerca de la educación —a partir de la experiencia de quienes la han valorado o la han sufrido bajo ciertas circunstancias—, pero que nunca serán idénticas a la que, durante estos días, se comienzan a vivir en los nuevos salones de clase y los posibles vínculos con quienes se construirá ese espejo de nuestras sociedades; en las materias curriculares que plantean retos diferentes, en las preguntas que intentamos sembrar en las y los estudiantes y que siempre ofrecerán la posibilidad de conocer aquello que, como seres humanos, hemos logrado alcanzar o todo lo que se ha destruido cuando la barbarie y lo irracional termina por imponerse. Vaya paradoja que nos ofrece el conocimiento y el papel de quienes comenzarán por conocer a sus estudiantes con tan sólo nombrarles desde el primer día.

Y no hay empacho para volver a caminar entre los renglones y párrafos de quienes han sabido descifrar el sortilegio de la educación con sus propios claroscuros. Así, llegan a esta página las palabras del gran Nuccio Ordine, quien no escatimaba la oportunidad de hablar acerca de su experiencia docente, con la vitalidad y el ánimo crítico de quien conoce en dónde radica el fracaso de la humanidad. En su libro La utilidad de lo inútil (Acantilado, 2013), plantea y cita a otro referente de la filosofía: “lo sublime desaparece, cuando la humanidad, precipitada en la parte baja de la rueda de la fortuna, toca fondo. El hombre se empobrece cada vez más mientras cree enriquecerse: si diariamente defraudas, engañas, buscas y haces componendas, robas, arrebatas con violencia —advierte Cicerón en las Paradojas de los estoicos—; si despojas a tus socios, si saqueas al erario […], entonces dime: ¿significa esto que te encuentras en la mayor abundancia de bienes o que careces de ellos?”. Cabría preguntarse si estos breves renglones pueden constituirse como un espejo de tantas autoridades políticas que, a lo largo de los años, han desestimado a la educación como el principal cimiento del país y del futuro, promoviendo la pérdida de la dignidad como una simple moneda de cambio. Y las respuestas caen en la mesa con la contundencia de la tragicomedia a la que somos tan aficionados.

Hace muy poco tiempo nos preguntábamos si la nefanda pandemia sería como un parteaguas en nuestra historia. También cuestionábamos si, ante la evidencia de las carencias y los escasos recursos con los que sobreviven innumerables escuelas en todo el país, se lograría colocar a la educación como el principal motor para un futuro que nos exigiría respuestas diferentes, pero los cuestionamientos sólo se han subrayado ante una realidad que ha terminado por imponerse.

Sin embargo, año tras año, se renueva la posibilidad de que la educación se encuentre más allá de la politiquería e ideologías trasnochadas en turno. Eso es lo que ha sucedido a lo largo de la historia y lo que se cifra en cada minuto del futuro que está por escribirse en la historia de cada estudiante. Es la oportunidad de seguir trazando un mundo en el que los ideales humanistas y las expresiones artísticas, los principios éticos de la ciencia y la constante exigencia de la justicia sean los objetivos primordiales de aquello que está por iniciar. Imaginemos que podemos lograrlo una vez más.

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