Que se preocupen otros…

No hemos sido capaces de migrar hacia alternativas energéticas sustentables.

John Kerry, enviado especial para asuntos climáticos del gobierno de Estados Unidos, visitó esta semana nuestro país con la intención de establecer estrategias a partir de las cuales México se convierta en un aliado estratégico en materia energética y medioambiental, a través del uso de energías limpias y renovables.

Tras una serie de encuentros de alto nivel con el presidente Andrés Manuel López Obrador y el canciller Marcelo Ebrard, el excandidato presidencial del partido demócrata instó a los funcionarios mexicanos a respetar los acuerdos internacionales adquiridos, particularmente el nuevo tratado de libre comercio, así como las inversiones extranjeras que de él se sustentan, como parte de estos esfuerzos internacionales por hacer valer el marco jurídico sobre el que, en este caso, los tres países llegaron a un acuerdo.

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Si bien es una realidad que uno de los principales países contaminantes del mundo es Estados Unidos, forma parte de una serie de esfuerzos internacionales que buscan revertir los estragos de la contaminación y el calentamiento global asociado, indudablemente es responsabilidad y oportunidad para México formar parte de estos países “punta de lanza” gracias a los factores geográficos y climáticos óptimos que nos favorecen para la reformulación de la producción energética nacional.

No obstante, reiteró que la reforma energética a discutirse en el Congreso tiene la intención de centralizar la producción y distribución de la energía eléctrica y hacerlo a partir del uso de subproductos petroquímicos anticuados, contaminantes, y dañinos. Pareciera que las autoridades que regulan la energía en el país no se dan cuenta de esta obligación que se tiene de revertir la crisis medioambiental a través de políticas públicas valientes que prioricen el uso de estas energías limpias.

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No solamente eso, políticamente se ha intentado mantener una comunicación de respeto mutuo, colaboración y no intervención en asuntos exteriores, aprovechando declaraciones como las del embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, en las que dijo que su país respeta la soberanía mexicana, interpretándose como que existe un apoyo de su parte para la reforma tal cual se presenta desde el Poder Ejecutivo, sin embargo, no se habla del piso parejo para la inversión nacional y extranjera que también priorizó.

En realidad, el mensaje que manda el gobierno de Estados Unidos no sólo significa una señal clara en defensa de los acuerdos adquiridos y el daño a las cadenas de valor norteamericanas, sino de la falta de un Estado de derecho que priorice las leyes vigentes y los compromisos que se adquieren bajo su sustento. Habla de una incertidumbre jurídica y comercial que afecta seriamente la intención de invertir en México, desde el extranjero y de capitales nacionales, afectando sensiblemente la creación de más y mejores empleos.

No hemos sido capaces o no se ha querido conceptualizar imparcialmente la importancia, en este caso vital, de migrar hacia alternativas energéticas sustentables, limpias, así como del esfuerzo mundial por tratar de revertir la catástrofe ambiental que los verdaderos conservadores se niegan a reconocer y actuar en consecuencia. Estamos ante la antesala del “punto de no retorno” se quiera o no reconocer.

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